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»En el ejercicio de mi profesión he sondeado muchos corazones y he penetrado muchas conciencias en el lecho del dolor; pero explicarse con la conciencia propia es tarea algo más ardua. »Al reflexionar como ahora lo hago en mi estudio, lejos de mi hija y dueño de toda, mi serenidad, me prometo vencerme y curarme de este mal.

Y cuando las lindas transeúntes penetraban a la tienda, el dueño dejaba a sus amigos, saludaba a sus clientes con un efusivo apretón de manos, preguntaba a la mamá por ese caballero, echaba algunos requiebros de buen tono a las señoritas, tomaba el mate de manos del cadete y lo ofrecía a las señoras con la más exquisita amabilidad; y sólo después de haber cumplido con todas las reglas de este prefacio de la galantería, entraban clientes y tenderos a tratar de la ardua cuestión de los negocios.

Por mi parte traté de no pensar por el momento en Flavia y de dedicarme con toda energía al cumplimiento de mi ardua empresa. Era ésta nada menos que sacar vivo al Rey de su prisión. La fuerza era inútil; había que idear alguna estratagema y yo tenía ya un proyecto en embrión; pero me veía muy contrariado por la publicidad dada a mi salida de la capital.

Mandarla pisar las calles de la corte, era, en su concepto, como decirla: «Métete en esa leonera; arrójate en esa lumbre». Se necesitaron heroicos esfuerzos de su tío y de las personas a quienes éste encomendó la ardua tarea de educarla hasta donde fuera posible, para que afinara, nada más que para que afinara, aquellas sus escabrosas ideas.

Todo hombre es libre, y os podeis ir quando quisiéreis; pero es muy ardua empresa el salir de este pais: no es posible subir el raudo río por el qual habeis venido por milagro, y que corre baxo bóvedas de peñascos; las montañas que cercan mis dominios tienen quatro mil varas de elevacion, y son derechas como torres; su anchura coge un espacio de diez leguas, y no es posible baxarlas como no sea despeñándose.

Sentado a su lado, en el pescante, iba el marqués de Sabadell, afable y cariñoso, defendiendo de los rayos del sol el rostro de la dama con una gran sombrilla de grueso tafetán encarnado, y atento siempre a remediar con su vigoroso puño cualquier descuido que en su ardua tarea de guiar el coche pudiera tener el aristocrático cochero.

Al fin ya de todo punto loco Jucef é insensato hizo venir de Marruecos, en fuertes jaulas cerrados, seis viejos leones rojos para en la vega soltarlos, y probar si en la árdua caza algun galan abrasado por los encantos de Leila lograba al fin el milagro de hacerse amar de la hermosa por gentil y por bizarro, que aquel que embiste á leones por lograr un fin ansiado, para no amarle es forzoso tener corazon de mármol.

Despaché inmediatamente un propio, que dos horas más tarde volvió diciéndome que no había mulas de ningún género para «mi Excelencia». La cuestión se ponía ardua, no porque me fuera imposible encontrarlas allí, sino porque, como decía Molière, qu'il y a fagots et fagots, hay mulas y mulas.

Todo eso, Ramiro, no es otra cosa que el humo de la antorcha viva de la verdad, e los que buscan sólo ese humo pronto se enceguecen, e no pudiendo ni queriendo escudriñar los secretos de la Escritura y de la ardua enseñanza escolástica, esperan que Dios se los revele, de una vez, en un rapto, e hablar con El, cara a cara, como si fuera con el Corregidor o el Obispo.

La entrada era cosa ardua: no entraba cualquiera: era necesario ser crema batida de la mejor burguesía social y política para hollar las mullidas alfombras del gran salón o sentarse a jugar un partido de whist en el clásico salón de los retratos que ocupa el frente de la calle Victoria.