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Sólo otro permanece en su sitio, allá lejos, sentado en un banco, habiendo saludado al señor Colignon con leve ademán de la mano: es Belarmino. Belarmino y Apolonio son bastante más jóvenes que el resto de los asilados. Una monja, guardadora de aquel rebaño de hombres decrépitos, va caminando por una de las sendas transversales, y acierta a cruzarse con el roncero Apolonio.

¡Qué diría la gente!... ¡qué las amigas, ante quienes doña Lupe oficiaba como guardadora de la moralidad y de los buenos principios!

Aguijoneado su amor propio por la frasecita ésta, y no hallando otra salida, se le metió en la cabeza aquello del rapto: una carta, un coche en la esquina, y andando; su casa sería el asilo, su hermana la guardadora y aquí paz y después gloria. Ante razones de tal calibre, tenía el viejo que ceder o reventar.

11 Y extenderá su mano por en medio de él, como la extiende el nadador para nadar; y abatirá su soberbia con los miembros de sus manos; 12 y allanará la fortaleza de tus altos muros; la humillará y la derribará a tierra, hasta el polvo. 2 Abrid las puertas, y entrará la gente justa, guardadora de verdades.

Comió sin apetito, contando á su mujer lo ocurrido en el tribunal. La pobre Teresa escuchó á su marido, pálida, con la emoción de la campesina que siente punzadas en el corazón cada vez que ha de deshacer el nudo de la media guardadora del dinero en el fondo del arca. «¡Reina soberana! ¡Se habían propuesto arruinarles! ¡Qué disgusto á la hora de comer!...»

Si fuese pecado asistir á las comedias, ¿habrían de tolerarlo ni esta orden, tan guardadora de la religión, ni los conventos de otras órdenes de la corte, que siguen su ejemplo? . Se me contestará que el Rey lo ha prohibido ahora, y que, sin licencia expresa del Presidente del Consejo de Castilla, no se permite ya en los conventos la representación de comedias.

Por una anomalía notable, ella, tan avara, tan guardadora, capaz de palabrotas de plazuela cuando había que defender el dinero de la casa, disputando con jornaleros o con los compradores de la cosecha era tolerante con los despilfarros del esposo para mantener su soberanía sobre el distrito. Cada elección abría una brecha en la fortuna de la casa.

La luna de miel fue corta, y terminó con un incidente inesperado. Durante el viaje de bodas, confiaron a una hermana del coronel Roberto el cuidado de la niña. Al regresar a la ciudad, la señora de Ponce determinó inmediatamente visitar a la guardadora, para traerse la niña a casa nuevamente.

De este general desprecio se salvaba, no obstante, su marido, su padre y hermanos, exceptuando Enrique, y todos los usos y costumbres de la buena sociedad, de las cuales era, como su señor padre, fiel guardadora.

¿Qué hay de la guerra? lo había dicho Argensola antes de preguntarle por el resultado de su viaje . vienes de fuera y debes saber mucho. Luego se había dormido en su antigua cama, guardadora de gratos recuerdos, mientras el «secretario» paseaba por el estudio hablando de Servia, de Rusia y del kaiser.