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Yo, en esta parte, no puedo adornar mi libro con sonoros apellidos; y fuera de mi madre, a quien conocí por poco tiempo, no tengo noticia de ninguno de mis ascendientes, si no es de Adán, cuyo parentesco me parece indiscutible. Doy principio, pues, a mi historia como Pablos, el buscón de Segovia: afortunadamente Dios ha querido que en esto sólo nos parezcamos.

Más ricas en monumentos árabes son Córdoba, Sevilla y Granada, en obras romanas Mérida y Segovia, en góticas los reinos de León y Castilla la Vieja; pero ninguna ciudad como Toledo lo encierra todo; ninguna como ella puede ostentar juntamente grandes obras de todos los tiempos y de todos los períodos del arte.

El pueblo estaba mui sobre aviso, i con sobra de altivez, visto el buen suceso que habia logrado de sus alborotos, sediciones i matanzas. Disimuló don Enrique el enojo que tenia de ver tan sin fruto sus disposiciones desde el año de 1391 hasta el de 1395, en el cual determinó bajar desde Ségovia á Andalucia para castigar á los autores de los pasados alborotos.

Baje usted esa cuestecita por detrás del Sacramento; baje usted siempre hasta que llegue á la calle de Segovia; en seguida sube usted derecha, siempre adelante, hasta encontrar la Morería; entra por ella hasta llegar á la calle de don Pedro; después sigue por ésta hasta la plazuela de los Carros, y enfrente de la capilla de San Isidro, encuentra usted la calle del Humilladero.

Ver claro cuando está obscuro, y desembozar tapados, son dos cosas necesarias á todo buen hidalgo cortesano; y más en estos tiempos en que es tan fácil á medio rodeo dar con la torre de Segovia; ¡hermano Juara, vomita! No me atrevo: don Rodrigo... Ni acuña mejor oro que el que yo gasto, ni usa mejor hierro que el que yo llevo. ¡Pero don Francisco!

La gresca comenzó muy de mañana en los lavaderos del Norte, se corrió río abajo desde los once caños hasta los puentes de Segovia y Toledo, arreció en los cobertizos del pontón, engrosó, por ser domingo, con la gente de los merenderos, y al medio día los grupos de mujeres armadas de palos, piedras, trancas y estacas subieron por el Paseo de los Ocho Hilos y la calle de Toledo a desembocar en la Plaza de la Cebada.

A Clara, que estaba completamente desfallecida y con la cabeza debilitada, le parecía caerse á cada paso, y que el suelo se iba inclinando más cada vez, negándose á soportarla. Llegó á creer que nunca terminaba aquel descender precipitado, hasta que por fin sus pies pisaron en llano. Estaba en la calle de Segovia, y se le figuraba haber caído en un abismo.

Las pobrecillas no cosen más que á sacristanes y curas de aldea¡ y cosen mal. Ellas quieren darse tono, y dicen que cosen á la catedral de Segovia; pero es mentira. No las crean ustedes. Y él, ¿entró por ese cuarto? : es un militar, alto, buen mozo. ¡Jesús, qué horror! Yo no puedo oír esto exclamó Salomé, estirándose, con muestras de un segundo ataque.

El libro becerro de Segovia nombraba siempre algún antepasado suyo en las anuales correrías de los caballeros contra los moros de Jaén, de Sevilla, de Andújar.

Libro Primero: Capítulo III: De cómo fue a un pupilaje por criado de don Diego Coronel. Determinó, pues, don Alonso de poner a su hijo en pupilaje, lo uno por apartarle de su regalo, y lo otro por ahorrar de cuidado. Supo que había en Segovia un licenciado Cabra que tenía por oficio el criar hijos de caballeros, y envió allá el suyo y a para que le acompañase y sirviese.