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Despues de su negocio relatado, Procura de volverse muy gozoso. Un pueblo en el camino hubo poblado, Por extender su fama deseoso, Santa Cruz de la Sierra le nombraba, Que el sitio al de su tierra semejaba. A Cabeza de Vaca ya volviendo, Lleváronle á Castilla aherrojado.

Pero aun así, ¡qué angustias no la hacían sufrir aquellos extranjeros rubios y antipáticos que tenían la audacia de leer la Biblia a su modo y en su lengua, sin creer en Su Santidad, ni ir a misa!... Montenegro conocía uno de los últimos disgustos de la piadosa señora, que le habían relatado los criados de la casa. Los Dupont tenían un viajante sueco, el mejor agente de su negocio.

A la mañana siguiente, relatado el desagradable incidente que interrumpió mi sueño, quiso Antonio averiguar quién fuera el velador que había pasado tan mala noche en la galería; pero el Administrador contestó rotundamente que nadie, pues en aquella época de completa tranquilidad era innecesaria la presencia de semejante sirviente.

Don Lope, sospechando por lo menos alguna de tan capitales asechanzas, ardía por verse con María para pintarle más vivamente lo que sólo apuntó en el billete que llegó a sus blanquísimas manos por los peregrinos medios que ya hemos relatado.

Indudablemente, aquel trasto de Rafaelito había relatado a Roberto lo del caballo. Estaban seguras de que todo el paseo conocía el desagradable suceso, adivinando lo que vendría después.

Pero me descuaderno y me voy de un lado para otro, y no puedo más, y á vuecencia recurro. Venga la orden por la posta, y cuanto antes logre yo poder decir á vuecencia lo que no es para escrito, sino para relatado, y aun así en voz baja y á puerta cerrada.

Si alguien no ha olvidado los sucesos que le he relatado, nadie por lo menos los recuerda. El silencio que el alejamiento y el tiempo han acarreado imponiéndolo para siempre, entre ciertas personas de esta historia, les ha permitido considerarse mutuamente perdonados, rehabilitados y felices.

Aconteció lo mismo en tres días consecutivos: acechando Cervantes a doña Guiomar, entreviéndole ella un momento, y enamorándose ambos más y más a cada vez que se entrevían, hasta que al fin Miguel, no pudiendo ya guardar en su pecho el volcán amoroso que en él, abrasándole, se alimentaba, juntó a sus amigos, pidió le acompañasen con sus guitarras, compuso el soneto que ya se conoce, y aquella noche se fue a cantarle bajo los balcones de doña Guiomar, sobreviniendo por esto lo que ya se ha relatado.

Y empezó Nieves a relatar; y relatando ella punto por punto todo lo ocurrido aquel día memorable, con la más escrupulosa minuciosidad, y aun recargando los trazos y los colores en algunos pasajes, como si intentara grabarlos hondamente en la memoria y en el corazón de su padre; oyendo él absorto, estremeciéndose a menudo, aterrado en ocasiones, descolorido y suspenso siempre; preguntando y repreguntando a veces para apurar la materia, y llevando, por último, ella y él la conversación a los sucesos domésticos que tuvieron origen en el relatado por Nieves, se les fue pasando la mañana hasta la hora de comer; llegó entonces don Claudio Fuertes, y aconteció lo que el lector verá en el siguiente capítulo, que, si no es el último de la presente historia, ha de andar muy cerca de serlo.

Después, mis visitas al pueblo, el caso de Facia relatado por Chisco, la adquisición de la amistad del médico y lo que con todo ello se fue enlazando naturalmente, dieron nuevo empuje a esta buena tendencia mía y me infundieron mayor apego a las cosas y vicisitudes de aquellas sencillas gentes.