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Su sorpresa fue, pues, grande cuando Jacobo, con la austeridad de un san Pablo primer ermitaño y la fortaleza de un san Antonio en el desierto, se negó rotundamente a salir del hotel, diciendo que había jurado no pisar el impuro suelo de París, que jamás tomaría en la mano una carta y que no pareciéndole ya conveniente marchar a Madrid a causa del cambio político, había decidido salir a la mañana siguiente para Biarritz, donde pensaba intentar una reconciliación con ¡polaina! ¡con su mujer!...

Germana asistía desde su cama a los combates interiores que sostenía la duquesa. A fuerza de sufrir juntas, la madre y la hija habían llegado a entenderse sin decir nada y a no tener más que un alma para las dos. Un día, la enferma declaró rotundamente que no abandonaría Francia. ¿Es que no estoy bien aquí? decía . ¿Qué necesidad hay de agitar al viento una antorcha que se extingue?

Después, sin motivo alguno serio, manifestó rotundamente que todos los hombres eran ingratos. ¡Qué rato tan delicioso y tan infernal á la vez me estaba haciendo pasar aquella niña! Tengo... tengo... mire V., yo siempre digo que tengo catorce, pero la verdad es que no tengo más que trece y dos meses... ¿y V.? ¡Una atrocidad! No me lo pregunte usted, que me da vergüenza.

Las tres novelas que fijan rotundamente la orgullosa personalidad de Mirbeau, son «El Calvario», libro admirable, según Bourget, «por la sencillez magistral de la factura, sus asuntos de punzante sinceridad y el valor con que desnuda las más secretas heridas del alma».

Cuando entraba en un puerto de la América del Sur, después de larga ausencia, admiraba los rápidos adelantos de los pueblos jóvenes: muelles enormes construídos en un año, calles interminables que no existían en el viaje anterior, parques frondosos y elegantes sobre antiguas lagunas desecadas. Es natural afirmaba rotundamente . Por algo son República.

A la mañana siguiente, relatado el desagradable incidente que interrumpió mi sueño, quiso Antonio averiguar quién fuera el velador que había pasado tan mala noche en la galería; pero el Administrador contestó rotundamente que nadie, pues en aquella época de completa tranquilidad era innecesaria la presencia de semejante sirviente.

¡Hombre!... que si la Pampita me desahuciara rotundamente, ¡y eso que esta vez va como nunca!, yo me conformaría pensando... ¡Con los colores complementarios! le interrumpió Melchor. No, ché, pensando en lo que nos decías en el tren, ¿te acuerdas? «el mundo está lleno de Clotas». ¿Quiere que vayamos, don Melchor, a ver esa hacienda que han traído? Bueno, ¿ustedes se animan?

Su número no es considerable, comparado con los de otras clases del mismo. Lope no era propicio á esta nueva dirección del gusto, según asegura rotundamente varias veces, con especialidad en los prólogos á los tomos XV y XVI de sus comedias, y, sin embargo, ha sido aún más indulgente de lo necesario con las comedias de este género.

Después que bajó el telón permanecimos en el mismo sitio y me obligó a contarle mi vida y milagros, cuántas novias había tenido, a quién había querido más, etc., etc. Ya comprenderá usted que necesité ensartar un sin fin de patrañas. Después, sin motivo alguno serio, manifestó rotundamente que todos los hombres eran ingratos.

Otros mostrábanse malhumorados y negaban rotundamente cuando se les suponía tal origen; pero él lo ostentaba con cierta satisfacción, como queriendo hacer de ello un título de gloria. Nada debo a nadie exclamaba al regañar a sus dependientes . A nadie me ha protegido. Los míos me dejaron como un perro en medio de esa plaza.