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Ella, su imagen, ya se me mostraba representando la ciencia, ya la filosofía, ya la caridad, ya cualquiera de las otras virtudes, ya la ninfa pulquérrima y predilecta del cielo, esposa o amante de los dioses inmortales y madre dichosa de los semi-dioses o héroes salvadores.

El joven Uri se detuvo dos días en Dabo acompañando a sus salvadores, y luego, antes de partir, sacó de un escondite que había en la piragua dos grandes paquetes envueltos en hojas y cuidadosamente atados con bejucos, y, mostrándoselos al Capitán Van-Stael, le dijo: Este metal amarillo, que abunda en nuestro país entre las arenas del Durga, que es muy apreciado por los blancos.

Ahora no, ahora me parecen sus ojos muy suaves. La muchacha se ruborizó sonriendo. La verdad es dijo Bautista que has tenido suerte. Esta señorita te ha cuidado como a un rey. ¡Qué menos podía hacer por uno de nuestros salvadores! exclamó ella ocultando su confusión . Oh, pero no hable usted tanto. Para el primer día es demasiado. Una pregunta sólo dijo Martín. Veamos la pregunta contestó ella.

El contentarse con poco, que es una virtud en los trabajadores, es el último grado de la abyección en los hombres desocupados y ricos. El pobre duque estaba en lo más bajo cuando dos personas le tendieron la mano por motivos bien distintos. Sus salvadores fueron el barón de Sanglié y la señora Chermidy.

¡Cuántas visitas le hace la intranquila esposa que aguarda la vuelta de su marido! Al anochecer, y también á media noche, la hallaréis allí sentada, aguardando y pidiendo que la bienhechora luz que brilla en lo alto traiga al ausente, lo conduzca á puerto con seguridad. Con justicia, los antiguos honraban el altar de los dioses salvadores del hombre en sus piedras sagradas.

El mástil del navío helénico era una encina colocada por Minerva, y este mástil encantado, alma del buque, hablaba, dando oráculos salvadores en los momentos de peligro. ¿Por qué no podía hablar también aquella chimenea gigantesca, que entre los palos completamente inútiles de la navegación moderna era la representación del movimiento y la vida, la gran propulsora, como lo había sido el mástil antiguo sostenedor del velamen?...

Triste cuadro se ofreció á su vista; montones de muertos y heridos castellanos y leoneses, franceses é ingleses; y mas allá, al pie de una roca, siete arqueros, con el indomable Tristán de Horla en el centro, heridos todos pero no vencidos todavía, blandiendo las ensangrentadas espadas y saludando á sus salvadores con un grito de bienvenida.

Me habéis salvado la vida, y soy vuestro esclavo respondió el indígena . Buscaremos a vuestros compañeros, y luego os conduciré a todos ante mi padre, que os entregará una gran piragua para que volváis a vuestro país. Nosotros no amamos a los europeos, de los cuales tenemos grandes motivos de queja; pero mi padre y mi tribu acogerán bien a mis salvadores. Marchemos, que va a ser de día.

Les debemos mucho, porque no sólo han salvado mi vida, sino el honor de nuestro nombre. ¿Cómo pagarles jamás? ¡Oh! no hablemos de eso. El agradecimiento es dulce cuando se dirige á corazones nobles y querer pagar es privarse de un goce muy grande. Pero tranquilícese usted. Nuestra deuda es de las que se pagan cómodamente, al menos en lo que se refiere á uno de mis salvadores...

Os diré lo poco que y esto bastará para llenaros de admiración y de reconocimiento hacia mis dos salvadores: Marenval y Cristián. Marenval creo que encontrará la recompensa en su misma satisfacción. Se ha conducido como un héroe y este convencimiento basta para hacerle feliz. Pero ¿y Cristián? ¿Cómo pagarle si María no se encarga de esta deuda?