United States or South Sudan ? Vote for the TOP Country of the Week !


El amo sujetaba al perro, y á despecho de sus alaridos y convulsiones, le untamos bien todas las quemaduras. Luego, temblando de dolor, entró en su casa detrás del amo. Una de las mujeres que asistieron al lance, dijo algunas palabras á mi compañera, que la contestó en buen castellano: no la entiendo á usted.

Sólo Carlota tenía ánimo para sostener a su hermana y mirar sin pestañear las horribles quemaduras. Su honda emoción no se leía más que en la blancura de cera de su tez. La desdichada Presentación no cesaba de exhalar quejas a las cuales añadía frases desesperadas que desgarraban el alma.

»Uno de los que lo manejaban quedó muerto en el acto; el que hacia de timonel sufrió graves quemaduras, y nuestro pobre Manolo, que tan imprudentemente se había aproximado, recibió en la cara gran parte de la carga química que debía mover el malhadado invento. »Los remeros, viéndole caer sobre las tablas del bote con el rostro ensangrentado, le trajeron inmediatamente a tierra.

=Dósis.= Aparte del uso esterno de la cantárida como vejigatorio, lo mas comun y regular es emplear una ó dos gotas de la primera á la sesta atenuacion; en algunos casos de úlceras, de quemaduras, de irritaciones mucosas antiguas, de lesiones de tejido, de edemas, puede darse igual dósis de la tintura, y aumentarla hasta 5 ó 6 gotas en agua para veinticuatro horas; tambien se emplea en algunos casos la misma sustancia al esterior, en lociones ó pomada, en la proporcion de 4 á 5 gotas por 30 gramos de manteca ó de líquido.

Despues que apagamos el fuego, dije al amo que debia untar las quemaduras con manteca sin sal, y no bien hube acabado de pronunciar estas palabras, cuando una jóven de catorce ó diez y seis años echó á escape, y trajo un papel con bastante porcion de manteca. La juventud es tan ardiente como generosa.

¿Y cómo harás para encontrar a nuestros compañeros? preguntó Horn. dónde está el bosquecillo de nueces moscadas. He cazado allí palomas y aves del paraíso, hace una semana. Pero tienes las espaldas llagadas por las quemaduras. No importa; no me molestan mucho. Vamos, pues , dijo el piloto.

Después de un buen rato volvió al conocimiento, y entonces abrazó a la superiora, quien también se encontraba herida de la mano y del brazo; efecto de las quemaduras.

Para él no existían quemaduras ni costurones; todo era como antes tersura, nácar y alabastro; sus notas se arrastraban siempre lánguidas, voluptuosas, enamoradas. En casa del fisiólogo nada se sospechaba del fondo sensual que encerraban. Sánchez no podía reparar en tales futilezas. D.ª Carolina iba poco por el café y estaba muy lejos de presumir que existiese en la tierra tal desinteresado amor.

El pobre animal retrocedia, avanzaba, ladraba, se mordia á mismo, chillaba, gruñia, y cuanto más se meneaba, más se encendia la lana. El amo le llamaba, y queria apagar el fuego, pasando el baston á raíz de la piel; pero el palo le lastimaba las quemaduras, y el perro aturdido hacia ademan de morder al amo, con una rabia y un atolondramiento indefinibles.

D.ª Carolina no hizo caso alguno de estas observaciones. Antes tomó pie de ellas para vejar al fisiólogo, maldiciendo de sus aficiones y recordándole con pesadísimas palabras las quemaduras de su hija. Insistió a los pocos días con idéntica suavidad. Nada. La esposa respondió aún con más acritud y desprecio.