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La imaginación siempre exaltada de los madrileños aderezó el hecho con interpretaciones y comentarios, y unos vieron en él un manejo político, otros una rivalidad femenina, algunos una señal de reconciliación entre el mundo devoto y el profano, y varios, los que se decían más enterados y eran más hábiles en aquello de ajustarle las cuentas al prójimo, vieron, por el contrario, una emboscada peligrosa que la más inflexible de las beatas tendía a la más tolerante de las pecadoras; un reto del calendario piadoso a la mitología pagana; un combate singular entre la marquesa de Villasis, que arrojaba el guante, y la condesa de Albornoz, que se apresuraría sin duda a recogerlo.

María, con un libro devoto en la mano, leía a su madre las oraciones que suelen decirse antes de la comunión. Marta estaba arrimada a la pared, lívida, desencajada, mirando la augusta ceremonia cual si tuviese delante alguna terrible visión. Una de las mujeres que penetraron en el cuarto le alargó un hacha encendida y ella la tomó sin saber lo que hacía.

Entraron en San Ginés, y Guillermina se fue derecha a la capilla de la Soledad, a punto que empezaba la primera misa. Mientras esta duró, la ilustre dama, aunque no apartaba su atención del Oficio, pudo advertir que su sobrino estaba tras ella, cumpliendo con todo el ritual como cualquier devoto, arrodillándose y levantándose en las ocasiones convenientes.

La madre tenía tan buena idea de , que no le sorprendió nada encontrarme en la iglesia; pero la hermana San Sulpicio me dirigió una mirada de curiosidad que me puso colorado. La verdad es que nunca he sido muy devoto, y debo confesar ingenuamente que en aquella ocasión me llevó a la iglesia, más que el deseo de asistir al santo sacrificio, la esperanza de ver a la graciosa hermana.

Ocurrió también que detrás de Nilo salía de la iglesia Tapas, uno de los zapateros ateos admiradores de Maravillas; pero muy devoto rezador al mismo tiempo, y hermano de la Orden Tercera de San Francisco.

En años anteriores salía el espada en la procesión de la parroquia de San Lorenzo, como devoto de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, vistiendo túnica negra de alta caperuza con una máscara que sólo dejaba visible los ojos.

En dicho navío, y como presidente de una misión de Jesuítas, venía el devoto Padre Diego Luís de San Vítores, el cual, viendo el estado de los naturales, resolvió trabajar para establecer una misión en aquellas apartadas regiones.

Doña Petronila, con una manteleta de raso negro, antiquísima, mal cortada, recibía a su mundo devoto como si estuviese ella de cumpleaños. Todo se volvía allí sonrisas, apretones de manos, elogios mutuos, carcajadas sonoras, que reflejaban el interior contento de aquellas almas en gracia de Dios. El Magistral fue recibido en triunfo. ¡Qué fino! ¡qué atento!

En su oficio era un águila; ciento y tantas oraciones sabía de coro: un tono bajo, reposado y muy sonable que hacía resonar la iglesia donde rezaba, un rostro humilde y devoto que con muy buen continente ponía cuando rezaba, sin hacer gestos ni visajes con boca ni ojos, como otros suelen hacer. Allende desto, tenía otras mil formas y maneras para sacar el dinero.

En vano fue que varios periódicos revolucionarios y descreídos dieran la voz de alarma. El Madrid devoto estaba entusiasmado: las Hijas de la Salve y la Limosna de la luz hacían prodigios.