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Esposas, látigos, calaveras, rosarios y cirios completaban el adorno; abajo ardía una hoguera en torno a un poste con argolla y figuraba una caperuza como un embudo adornada de serpientes, sapos y cabezas cornudas.

Y al pronunciar esta frase hundió su mirada en los ojos de la doncella con doble y profunda expresión de sensualidad y de tristeza. Una de las pinturas representaba un busto de mujer. Listada caperuza adherida a la frente ocultaba del todo los cabellos. ¡Quién quisiera llevar agora una toca como ésa! ¡Antes morir! observó la niña, agregando: Mirad: tenía en el cuello un lunar como el mío.

Púsose el bufón una caperuza, envolvióse en una capilla, salió de su aposento con Montiño y cerró la puerta con llave, murmurando: Ahí te quedas, terrible secreto; , aposento miserable del bufón, no hablarás, como tampoco hablará la tumba del paje. Vamos, Montiño, vamos; ¿pero á dónde vais? A las cocinas. ¿Queréis que cuando me veo arruinado, abandone el único recurso que me queda?

Sus miembros, contrastando desapaciblemente con su estatura, eran de gigante, cortos, musculosos, fuertes; vestía un sayo y una caperuza á dos colores, rojo y azul; llevaba calzas amarillas, zapatos de ante y un cinturón negro que sólo servía para sujetar un ancho y largo puñal.

Y en aquel punto mismo, Alfonso dejaba de ser, en el palacete gris, con caperuza de pizarra, mientras en el aire flotaba el último verso del ingenuo romance infantil: «Cuatro duques la llevaban por las calles de Madrid

Sus dueños ansiaban desprenderse de ellas, agobiados por los gastos de sostenimiento. Y compró el castillo de Villeblanche-sur-Marne, edificado en tiempos de las guerras de religión, mezcla de palacio y fortaleza, con fachada italiana del Renacimiento, sombríos torreones de aguda caperuza y fosos acuáticos en los que nadaban cisnes.

En el puente tocó con un entusiasmo pueril la caperuza de bronce de la bitácora y los demás instrumentos de dirección, brillantes como si fuesen de oro. Quiso ver la cocina, ó invadió los dominios del tío Caragòl, poniendo en lamentable desorden sus formaciones de cacerolas, asomando su hocico sonrosado á la boca humeante del gran puchero en el que hervía el almuerzo de la gente.

Una caperuza de planchas de cinc sustituía ahora á la antigua techumbre para evitar que las lluvias rematasen la destrucción interna. Más adelante, después de la paz, pensarían en su renovación. Por ahora tenía demasiados habitantes... Y todas las señoras, incluso doña Elena, se estremecían, al imaginarse los miles de cadáveres formando un círculo en torno del edificio, ocultos en el suelo.

¿Y qué más queréis? dijo con voz chillona, con impaciencia Montiño, viendo que el bufón con la botella bajo un brazo, la escudilla en una mano y la caperuza en otra, no se movía. Quiero que me acompañéis. Yo he almorzado ya. Que me acompañéis mientras almuerzo yo. No puedo; tengo que hacer un platillo de filetes de ternera sobreasados por mi propia mano...

Y en un instante quedó la estancia en la obscuridad más completa: cada consejero o wazir dió un soplo tan fuerte a la antorcha más inmediata, que la mató en un punto, y tanto viento agitado hizo vibrar las puertas como si hubiese un terremoto. Entonces dijo Ben-Farding , hermano Mohamad, ya pueden destocarme de esta caperuza que me cobija, que por cierto ya me incomoda.