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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Al volver a su despacho ya no les hizo caso alguno. Pasó por entre ellos como un actor que atraviesa los bastidores después de haber estado un rato en escena. Unos minutos después tornó a salir bajando a las habitaciones de su esposa. Hallóla sola, entretenida en leer un libro devoto.
Llegaron socorros de la capital de la provincia, de Madrid, de toda España, gracias al trompeteo lastimoso de la prensa, y los hortelanos, con la credulidad del devoto que atribuye todos sus bienes a la protección del santo patrono, agradecían la limosna a Rafael y su madre, proponiéndose ser cada vez más fieles a la poderosa familia. ¡Viva el padre de los pobres!
Todo depende de las preocupaciones que dominan en ciertos momentos, y el hombre que hoy se ceba en sangre por fanatismo, era ayer un devoto inocente, y será mañana un buen ciudadano, desde que desaparezca la excitación que lo indujo al crimen.
Cuando desde lo alto del púlpito miraba congregado el rebaño de fieles que le oía con devoto silencio, imaginaba estar realizando el más alto y noble de los destinos humanos. En su conducta nada había censurable.
En julio de 1806 entregó el mando a Abascal. Anciano, enfermo y abatido de ánimo, por la reciente muerte de su esposa, quiso Avilés regresar a España. La nave que lo conducía arribó a Valparaíso, y a los pocos días falleció en este puerto el virrey devoto, como lo llamaban las picarescas limeñas.
Comenzó a frecuentar el trato de los grandes propietarios de la ciudad, que aunque despreciándole, le abrieron un hueco entre ellos con esa instintiva solidaridad de la masonería del dinero. Para adquirir mayores respetos, se hizo devoto de San Bernardo, pagó fiestas de iglesia y estuvo siempre al lado del alcalde, fuese quien fuese.
Por la intercesión de San Francisco el devoto pide a Dios que: "Yo sujete en un todo mis desordenadas pasiones, potencias y sentidos," para que "yo pueda reducir mis pensamientos, medir mis palabras y dirigir mis obras a la mayor perfección," y "que te dignes ablandar la dureza de mi corazón."
Su buena fama trascendía por toda la provincia. No le estimaban sólo como a persona que tiene el riñón bien cubierto, y que no se dejaría ahorcar por dos o tres milloncejos de reales, sino que era preconizado como sujeto muy cabal, formalísimo en sus tratos y seguro hasta la pared de enfrente, y como tan recto, devoto de María Santísima y temeroso de Dios, que casi, casi estaba en olor de santidad, a pesar de las malas lenguas, que no faltan nunca.
Inés y Asunción no parecen, D. Paco tampoco. Cuanto más tarde vengan mejor. Otra cosa..., ¿por qué no ha seguido usted yendo a casa por las noches? Nosotras nos hemos reído de usted. ¿De mí? pregunté con turbación. Sí, porque se la echaba usted de devoto para agradar a mamá. ¡Qué bien hacía usted su papel! Lo mismo, lo mismito hacemos nosotras.
Dicho esto se apartó de mí. Un instante después le vi sentado en un rincón de la cámara. Estaba rezando, y movía las cuentas del rosario con mucho disimulo, porque no quería que le vieran ocupado en tan devoto ejercicio.
Palabra del Dia
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