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Actualizado: 2 de mayo de 2025
Era como ir a misa, para el hombre devoto, o como visitar el cementerio donde yacen los restos de la persona querida. Desde que pasaba de la iglesia de Chamberí veía el disco de la noria, y ya no le quitaba los ojos hasta llegar próximo a él. Cuando el motor daba sus vueltas con celeridad, el enamorado, sin saber por qué y obedeciendo a un impulso de su sangre, avivaba el paso.
Y a la verdad del devoto y católico modo de morir de casi todos, como después veremos, juzgo se puede piadosamente creer que el embarazarles la fuga fue efecto de la predestinación eterna, que quiso librarles de perderse en el agua para que pereciendo en las llamas se lograran para siempre.
Adoraba a Keller como un reflejo perdido de aquel astro apagado para siempre; sentía la necesidad de humillarse, la dulzura del sacrificio como el devoto que se prosterna ante el sacerdote, no viendo en él al hombre, sino al elegido de la divinidad.
La misma visión se presenta á Impanguí, que capitanea los indianos, y le infunde un sentimiento religioso y devoto, desconocido de él hasta entonces; y cuando, poco después, sabe que se ha descubierto el refugio de su Guacolda, invoca también la celestial visión, por cuyo poder él y su amada se salvan del peligro.
Mudo por el espanto y por las solemnes palabras que acababa de oír, me abracé al anciano, que continuó de este modo: «Pues digo que siempre he sido cristiano católico, postólico, romano, y que siempre he sido y soy devoto de la Virgen del Carmen, a quien llamo en mi ayuda en este momento; y digo también que, si hace veinte años que no he confesado ni comulgado, no fue por mí, sino por mor del maldito servicio, y porque siempre lo va uno dejando para el domingo que viene.
Había compuesto un devoto e inspirado himno latino a la Santísima Virgen María, tan lleno de bellezas y tan rico de amor místico, que, entusiasmados los monjes, le habían cantado en el coro, dando al joven poeta mil alabanzas y bendiciones.
Había desaparecido el sol de oro, evaluado en más de cuarenta mil pesos, y cuyas ricas perlas, rubíes, brillantes, zafiros, ópalos y esmeraldas eran obsequio de las principales familias de Lima. Aunque el pedestal era también de oro v admirable como obra de arte, no despertó la codicia del ladrón. Fácil es imaginarse la conmoción que este sacrilegio causaría en el devoto pueblo.
Después de contestar afirmativamente con su afabilidad no estudiada, el dignísimo Padre Gracián salió para seguir repartiendo sus cucuruchos entre las damas piadosas que sabían apreciar tan interesante objeto devoto.
El rey, que era sumamente devoto, estaba encantado con su confesor, que pasaba con él largas horas hablando de cosas místicas, y con un misticismo tal, que aventajaba al del rey. Porque el alma del padre Aliaga estaba huérfana, sola y desterrada, y buscaba consuelos en la dulzura de la religión de Jesús.
De un momento á otro llegarían las señoras para hacer sus ejercicios en la capilla. Pero el hermano sentía cierta pena por separarse tan pronto de aquel señor devoto que le escuchaba sin pestañear como si le admirase. ¿Quiere usted ver el monasterio? le preguntó.
Palabra del Dia
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