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El presidio convierte un individuo inteligente y fuerte en un ser envilecido y degradado... Prefiero no ver ese espectáculo que me causaría profunda pena... Y, sin embargo, usted le cree inocente y se resigna á pensar que vive en esas miserables condiciones, sin tratar de sacarle de ellas.

Había desaparecido el sol de oro, evaluado en más de cuarenta mil pesos, y cuyas ricas perlas, rubíes, brillantes, zafiros, ópalos y esmeraldas eran obsequio de las principales familias de Lima. Aunque el pedestal era también de oro v admirable como obra de arte, no despertó la codicia del ladrón. Fácil es imaginarse la conmoción que este sacrilegio causaría en el devoto pueblo.

Sin embargo, cuando Clara, que salía siempre a despedirle, cerró la puerta, cuando bajó los primeros escalones, un pensamiento lúgubre atravesó su cerebro: «¡Si ese chico me mataseQuedó un instante inmóvil y tuvo intenciones de volverse y besar a su hijo y a su esposa con más efusión de lo que lo había hecho. Pero se arrepintió inmediatamente comprendiendo el efecto que esto causaría a Clara.

Fácil es de presumir, conociendo el temperamento vivo y exaltado de Andrés, la triste impresión que esta plática, escuchada por fuerza, le causaría. De las dos noticias desagradables que por ella averiguó, las zurras que su padre daba a Rosa y la hostilidad de D.ª Rita, la que más le disgustó, como era natural, fue la primera.

¿Cómo defenderla, no obstante? No se le ocultaba que, si bien no era marido, ni hermano, ni pariente de Pepita, podía sacar la cara por ella como caballero; pero veía el escándalo que esto causaría, cuando no había allí ningún profano que defendiese a Pepita, antes bien todos reían al conde la gracia.

Muy envanecido con estas y otras parecidas distinciones, a falta de las más populares y solemnes que aguardaba para más adelante, considérese el efecto que le causaría la noticia que se le dió una vez en los pasillos del Congreso, de que las oposiciones iban a hacer una guerra implacable a las actas ministeriales, y que la suya figuraba en primer término como la más escandalosa.

Siempre es triste dije al ver que vacilaba para continuar perder a los, que... No diga usted vulgaridades, mi buen amigo me interrumpió con un gesto de impaciencia. Apenas conocía a esa señora, a la que puede que no haya visto seis veces en mi vida. La muerte de esa respetable persona no me causaría, pues, ningún pesar particular... Preciso es que todo acabe, ¿verdad?

Cuando se distribuía una res, dividiéndose en innumerables pedazos destinados a tan diversas necesidades humanas, se descolgaba otra. Tan continuado rasgar de fibras y estallido de huesos causaría horror a los que no lo presenciaran todos los días.

Cuando mis compañeros despertaron halláronme ocupado en mirar la estela. ¡Qué hermoso tiempo! exclamó Magdalena con una efusión que la revelaba dichosa. Capaz de hacer olvidarlo todo añadió Oliverio. Que no me causaría pena... ¿Sería usted hombre como para tener preocupaciones? le preguntó el Conde sonriendo. ¿Quién sabe? repuso Oliverio. El viento no se levantó.

Era de ver, segun afirman algunos, las animadas conversaciones que esta infeliz señora, tenia con el cadáver de su esposo; conversaciones que aumentaban mas su delirio, y que en lugar de aliviarla, la agravaban. «Por qué no me respondeis, Felipe? le decia: callais!... todavia me sereis infiel!...» Estas palabras proferia á su marido, y otras que causaria lástima escucharlas.