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A todo esto había principiado á amanecer; visto lo cual, nos trasladamos al andén de la Estación, prefiriendo helarnos al aire libre viendo los rosicleres de la aurora, á los aires colados y á las crecientes vulgaridades del cafetín. El andén de la estación estaba tan silencioso como solitario.

Para desvanecer esta equivocacion, basta observar que los objetos que se ofrecen á nuestro espíritu son de órdenes muy diferentes, que los medios de que disponemos para alcanzarlos nada tienen de parecido, que las relaciones que con nosotros los unen son desemejantes, y que en fin la experiencia está enseñando todos los dias que un hombre dedicado á dos clases de estudios resulta sobresaliente en la una, y quizas muy mediano en la otra; que en aquella piensa con admirable penetracion y discernimiento, miéntras en esta no se eleva sobre miserables vulgaridades.

Jamás había incurrido en estas vulgaridades de tendero rico el señor marqués, ni su familia le había visto tan polilla ni tan desmañado. A ratos se encerraba en su despacho y ensayaba a toda voz desde el sillón de su mesa, con la salvadera en la mano, los párrafos culminantes de su discurso. Le salía tal cual; pero le costaba mucho trabajo estamparle bien en la memoria.

Hay que ser beata, es decir, no hay que contentarse con llamarse religiosa, cristiana, y vivir como un pagano, creyendo esas vulgaridades de que lo esencial es el fondo, que las menudencias del culto y de la disciplina quedan para los espíritus pequeños y comineros; no, hija mía, no, lo esencial es todo; la forma es fondo: y parece natural que Dios diga a una mujer que pretende amarle: «Hija, pues para acordarte de no debes necesitar que a Zorrilla se le haya ocurrido pintar los amores de una monja y un libertino; ven a mi templo, y allí encontrarán los sentidos incentivo del alma para la oración, para la meditación y para esos actos de fe, esperanza y caridad que son todo mi culto en resumen...».

Esto es todo lo que tenía que decir a usted. Conste. De hoy en adelante esperaré su buen deseo. Vuelto a su casa después de esta declaración un poco original, el digno notario se sentó muy pensativo en su escritorio. ¡También ella! murmuró con un poco de despecho. Una inteligencia tan superior dejarse coger por las vulgaridades de ese belitre... ¿Qué tiene ese hombre de particular?

Jamás una palabra de galantería, pero una confianza absoluta y la deferencia lisonjera de elevar la conversación cuando se dirigía a ella, demostrándole de ese modo tan galante, sin decirle una palabra, que con ella no podía hablarse vulgaridades como a las demás, porque estaba mucho más arriba de todos y de todas. Un día supo que había roto sus relaciones con Lucy Marry.

Toda tentativa de mejorar el estado actual del teatro, será vana por necesidad, si no se funda en el principio de desterrar para siempre del repertorio todas las vulgaridades y las rapiñas incesantes que sirven para llenarlas.

Siempre es triste dije al ver que vacilaba para continuar perder a los, que... No diga usted vulgaridades, mi buen amigo me interrumpió con un gesto de impaciencia. Apenas conocía a esa señora, a la que puede que no haya visto seis veces en mi vida. La muerte de esa respetable persona no me causaría, pues, ningún pesar particular... Preciso es que todo acabe, ¿verdad?

No sería correcto colocar mi sombrero en mitad de una acera, diciendo: "Yo soy Fulano de Tal, que he venido a verles. Echen algo para que me lleve un buen recuerdo de este país de riquezas". Por eso prefiero exhibirme en un teatro y justificar la generosidad del público con dos horas de aburrimiento y vulgaridades...». En el fondo, esto y nada más es una serie de conferencias.

De repente se acordó de las teorías de la alemana que tenía al lado, de aquello de que el matrimonio era convencional y los celos y el honor convencionales, cosas que habían inventado los hombres para organizar lo que ellos llamaban la sociedad y el Estado. Si quería ser una mujer superior, y quería, porque era muy divertido, tenía que renunciar a las vulgaridades de las damas de su pueblo.