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Y tendía su puño amenazador hacia un punto del horizonte, precisamente el opuesto al lugar donde emergía el periscopio. Vió Ferragut en el redondel azul de las lentes cómo este tubo subía y subía, engrosándose.

Por decir podremos, de la hembra Mudanza cojerá quien amor siembra. Fiad de la muger, por vida mia, Vereis cuan mal acude la fianza. Si acaso es principal y de valia, Contino está pensando en su mudanza: Siendo de baja suerte, noche y dia. Pues ¿quien tendía en muger ya confianza, Sabiendo que en su pecho está estampada Y al vivo la mudanza retratada?

Allen se había hecho amigo de la criada y de las gentes de la vecindad; yo escuchaba, sin muestras de impaciencia, la séptima, la octava y la novena vez la relación de las aventuras de Sandow, y Uguarte, después de hacer como que trabajaba en el jardín, se tendía en la cama, y allí estaba maldiciendo de su suerte. Yo comenzaba a sentir una amistad fraternal por Ana Sandow.

Pasaron los años, y un día, día feliz para , me toca en suerte ir a decir a Colombia que el pueblo argentino no se había olvidado del pasado y que le tendía su mano, no ya para batallar, sino para avanzar unidos en la paz y en el progreso.

Si no había criado, ella lo hacía, y arreglaba los cuartos y tendía la mesa; una vez, se despidió a la cocinera, y como el servicio anda así, como Dios quiere, Susana tuvo que ir a la cocina y preparó un almuerzo que daba gloria. ¡Esta Susanita decía el padre, es tan buena! si ella faltara, no qué sería de la casa.

Al mismo tiempo se apoderó de una curiosa repugnancia, y, aun cuando felizmente pude detener el derrame de sangre, lo que tendía a demostrar que la herida no era, después de todo, tan seria, mis manos empezaron a encogerse de una manera extraña, a la vez que mis carrillos se vieron atacados de un dolor peculiar, muy semejante al que se sufre cuando empieza un ataque de neuralgia.

Por causa análoga, Leocadia, la muchacha de condición humilde, sin esperanza de fortuna, se mostró esquiva con su novio: Paz, en cambio, sintió entonces hacia su amante una simpatía firme y serena, en que había algo de respeto. A medida que su diferente posición tendía a separarles, más se aferraba ella a su cariño.

Además, á él le debían el descubrimiento y el arresto de un espía importante. La mano, capitán acabó diciendo, mientras le tendía su diestra . Todo lo que hemos hablado queda entre los dos: es como una confesión. Yo me entenderé con el Consejo de guerra... Siga usted prestando sus servicios á nuestra causa. Y Ferragut no se vió inquietado más por el asunto de Marsella.

Había sido un suicida con suerte en los primeros tiempos, cuando necesitaba crearse un nombre, y la gente no transigía ahora con su prudencia. El insulto acompañaba siempre a sus intentos de conservación. Apenas tendía la muleta ante el toro a cierta distancia, estallaba la protesta. ¡No se arrimaba! ¡tenía miedo!

Buenas noches, y... contadme por vuestro amigo. Gracias, padre dijo Montiño tomando la mano que el padre Aliaga le tendía y besándosela. ¡Que Dios os bendiga! dijo el padre Aliaga. Y aquellas fueron las únicas palabras en que Montiño notó algo de conmoción en el acento del fraile. Saludó y se dirigió á la puerta. Esperad: vos sois nuevo en el convento y necesitáis guía.