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Cuando los mancebos en cuestion se dirigieron á su propietaria y le manifestaron el atrevido pensamiento de alquilarlo, la ilustrada y nariguda maestra de niñas estuvo indecisa largo tiempo: el que ellos tardaron en reunir, escudriñando y vaciando los bolsillos de todos, la escasa cantidad á que montaba el mes adelantado y el de fianza.

Preso el matador, fué juzgado inmediatamente, pero tales fueron las circunstancias que en el hecho concurrían, que la justicia, el día 18 de Abril, lo puso en libertad bajo fianza, según consta en las Memorias sevillanas de donde tomo la noticia de este suceso.

Entonces supo que el tío Tomás era quien había denunciado a Andrés como raptor de su hija Rosa. El juez, en cuanto averiguó que el joven detenido era hijo de un antiguo ministro del Tribunal Supremo, a quien conocía de nombre, escritor público y hacendado, se apresuró a venir a tomarle declaración. Después, mediante fianza, decretó la excarcelación.

EL ESCRIBANO. Y el juez ha encontrado el fundamento. ISIDORA. Pues daré fianza... EL ESCRIBANO. Precisamente... en el delito de que se trata no puede concederse fianza. ISIDORA. ¡Delito! ¿Está usted seguro de lo que dice? EL ESCRIBANO. El pleito es ahora causa criminal... EL ESCRIBANO. De falsificación.

Y me encontró sobre él la justicia. ¡Ah! dijo el duque de Lerma comprendiéndolo todo, porque como saben nuestros lectores estaba en el secreto ; ¿y os prendió el alcalde de casa y corte Ruy Pérez Sarmiento? ¡Cómo, señor, sabéis!... , el licenciado Sarmiento me ha hablado de una prisión. Pero si os prendieron, ¿cómo estáis en libertad? Bajo fianza de un tal Gabriel Cornejo... ¿Y qué queréis?

De todos modos tiene la ventaja de que en él se puede entrar a la pata la llana, sin estudios, ni fianza, ni avecindamiento. Como en París nos hacemos literatos, en Argelia se hacen agentes de negocios. Sólo se necesita saber un poco de francés, español y árabe, llevar siempre un código en el bolsillo, y tener, especialmente, el temperamento de la profesión.

Godofredo le contó una historia larguísima de un cuñado comerciante que había dado quiebra a causa de cierta fianza. Quedó en la miseria y con nueve hijos. Su hermana, no teniendo pan que darles, le escribía a menudo pidiéndole dinero.

No pensó mucho tiempo, porque comprendió enseguida que era una locura pedir recibo o fianza. La verdad es que, si no quieren firmar, no puedo obligarles, y si me dan un recibo y luego se les ocurre quitármelo, con prenderme están al cabo de la calle. Aquí hay que hacer como si a uno le fuera indiferente la cosa y, si sale bien, aprovecharse de ella, y si no, dejarla.

¡Oh! ¡Dios mío! ¡Dios mío! exclamó trémulo, anonadado, el cocinero mayor . ¡Tened compasión de ! Hasta mañana, que iré á veros á vuestra casa dijo el bufón llamando á la puerta de la habitación en que se encontraban. Abrió el que hasta allí había llevado al cocinero mayor, y el bufón le dijo: Dejad aquí á ese hombre; no le bajéis al encierro; dentro de poco saldrá de la cárcel con fianza. Adiós.

Está decidido que no sirvo para pedir licencia. Otro al canto; un testaférreo; un sueldo al testaférreo; seguridades contra seguridades, fianza, depósito, licencia, en fin.