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Recorría la casa, se tendía sobre el sillón de lectura de su marido, escrutaba el parque, daba de comer a las palomas y esperaba. Una esperanza irracional pero no por eso menos poderosa se había apoderado de su alma en aquellos cuatro días; sentía la impresión del que se halla soñando una siniestra pesadilla y guarda la conciencia de que lo es y no tardará en despertar.

Parte del público tendía el cuerpo hacia adelante como si fuera a arrojarse al redondel, queriendo destrozar con sus manos a la mala bestia. ¡Qué escándalo! ¡Ver en la plaza de Madrid bueyes que sólo servían para dar carne! «¡Fuego!... ¡fueeegoEl presidente agitó al fin un pañuelo rojo, y una salva de aplausos saludó este gesto.

¡Qué se ha de ir observaba misia Casilda pasando revista a la mesa, que tendía Pampa; ya verás, Pablo, como no se va! Si no se arma la de Dios es Cristo, esto seguirá hasta el día del juicio. Claro, les dejan hacer lo que quieren... Y se armará, Casilda, se armará.

Sin embargo, no por ambición de dinero, porque Roussel estaba al frente de un negocio muy lucrativo, sino por obedecer la última voluntad de su tío, Roussel no había rechazado la idea de casarse con Clementina y había resuelto intentarlo; lo que denotaba en él que era un buen muchacho, porque su prima no le gustaba y él tendía poderosamente á la libertad.

Rompíolos, y al romperlos fué herido: Miráronle los indios si caía, Y viendo como en tierra no ha caido, Sin órden cada cual allí huía. El Capitan tras ellos ha corrido; En esto su caballo se tendía, Y muerto fenecióse la pelea, De que el indio no poco se recrea.

Su luz galoneaba de plata el contorno de las nubes y tendía sobre el mar un camino anchísimo e inquieto, un camino en triángulo desde el horizonte hasta los costados del buque, haciendo hervir las aguas con una ebullición pálida que repelía toda idea de calor.

Era preciso que atrapara aquella cosa brillante y animada. En un instante la pequeña criatura se deslizó con los pies y las manos y en seguida tendía una de aquéllas tratando de asir los rayos de luz. Pero los sutiles rayos no quisieron dejarse aferrar y la pequeña cabeza se alzó para ver de dónde venían.

Tanto agradaban a Lucía el puente y el río, que a propósito andaba despacio al pasarlos. La cortina de verdor del parque nuevo se tendía ante su vista.

María entró en la alcoba, y poniéndose de rodillas al lado de la cama, besó respetuosamente las manos que su madre le tendía. Perdóname, mamá; perdóname el disgusto que te he dado... Te has puesto enferma por mi causa, pero el Señor querrá sanarte pronto... No, hija mía; no tengo de qué perdonarte; has hecho lo que Dios te ha ordenado.

Este había puesto el pie en el estribo, pero el Platero giraba sin cesar y sin dar tiempo a montar, hasta, que parado un instante Melchor aprovechó para volear la pierna en el mismo momento en que el redomón se tendía de costado, como en una espantada, abalanzándose hasta dar algunos pasos en las patas traseras.