United States or Bouvet Island ? Vote for the TOP Country of the Week !


Aquí no era ya la agonía de la Piel de zapa de Balzac, sino la magistralmente descrita en el Frollo de Víctor Hugo, con la diferencia de que en aquella había blasfemias, y en la nuestra recuerdos y oraciones. La aguja del reloj marcó las nueve y media.... Las diez menos veinte.

Terrible y triste agonia! Madre, por ventura habria Quién nos diese pan por esto? Pan, hijo, ni aun otra cosa Que semeje de comer! Pues tengo de perecer De dura hambre rabiosa? Con poco pan que me deis, Madre, no os pediré mas. Hijo, qué penas me das! Pues qué, madre, no quereis? quiero; mas qué haré Que no donde buscallo?

¿Qué sucedió entonces?... ¿Comprendió realmente aquel ángel de seis años el encargo de su abuela? ¿Habló por su inocente boca el ángel de la guarda de Diógenes?... Es lo cierto que la niña, sin asustarse de aquella horrible cabeza desgreñada, en que se pintaba ya la agonía de la muerte, sin mostrar repugnancia al asqueroso vaho que exhalaba el sudor del enfermo, hundió sus rosadas manitas en las blancas patillas del viejo, y tirando de ellas a medida que hablaba, según su antigua costumbre, díjole muy bajo, poniendo sobre el oído de él su roja boquita: Teno biscochos de Mendaro y te daré uno... Y no me traíste la muñeca que dicía papá y mamá; pero mamá abuela me compró un niño llorón grande, grande... Y dice mamá abuela que te vas a morí, y si quieres confesá... y yo rezaré por ti cuando rece por mi papá y por mi mamá y por el abuelito, que están en el cielo... Y yo iré también... ¿ quieres i?... ¡Pues confiesa!...

¡Qué de aplausos! ¡Qué de lágrimas de emoción!... El poeta describió el martirio de la ciudad; los sufrimientos de sus hijos, arreados como esclavos; la agonía de los que murieron de miseria lejos de la amada tierra natal. Luego creyó llegado el momento de hablar un poco de su persona. No me tributéis honores dijo modestamente . He cumplido mi deber, lo mismo que mis compañeros de desgracia.

Derrama en tu luz pura, y libra de su amargura a mi triste corazón. Si el dolor con su agonía torna pura el alma mía ¡viva el dolor siempre en ! ¡Y si es la herida honda y fiera, más y más y más me hiera, que quiero la muerte así! ¡Mas tanto sufrir no puedo!

Es del notario de mi familia. Esta carta, llegada de Italia, le daba cuenta de la muerte de su madre. «Desde que usted se marchó á América, la salud de la señora marquesa quedó tan profundamente quebrantada, que todos esperábamos tal desgracia de un momento á otro. Ha muerto pensando en usted. Su nombre fué lo último que balbuceó en su agonía.

Todos callábamos, y los más fijaban una triste mirada en el sitio donde se suponía que nuestros compañeros abandonados luchaban en aquel instante con la muerte en espantosa agonía. No acabó aquella travesía sin hacer, conforme a mi costumbre, algunas reflexiones, que bien puedo aventurarme a llamar filosóficas.

Ni vos, dulce consorte amada mia, Os vereis en peligro que Romanos Pongan en vuestro pecho y gallardia Los vanos ojos, y las torpes manos! Mi espada os sacará desta agonia, Y hará que sus intentos salgan vanos, Pues por mas que codicia los atiza, Triunfarán de Numancia en la ceniza.

Creyéronte fantasma, y lo eras; de pié, sobre un tejado batido por la lluvia huracanada, no eras masa de carne que gemía, eras la encarnación de algo soñado, un aliento que vive de quimeras, el último estertor de una agonía, aquella sombra tierna y desgraciada que con su cuerpo proyectó Rizal sobre el sol de una creencia, salvando su existencia con las luces espléndidas de su genio inmortal.

Pero, cuando al verme tambalear, acudió para sostenerme en sus brazos, vi que era sólo la mirada del médico la que había fijado en . ¿Cuánto tiempo vivirá todavía? pregunté, cerrando los ojos. ¡Está en agonía!