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El monumento al fin fué derribado en 1869, sin que bastara á impedir su destrucción, ni lo magnífico de la obra, ni los recuerdos que tenía. LA ALAMEDA DE H

»Amaury había salido para volver más pronto indudablemente, y se conocía que no hacía mucho rato porque el semblante de Magdalena, estaba, radiante aún de felicidad. »¡Pobre hija mía! A creerla, nunca se encontró mejor. »¿Me habré equivocado yo? Este amor que a me asustaba, tanto, ¿habrá venido a dar vigor a esa complexión enfermiza y enclenque, cuya destrucción temía?

Que en la dicha última destrucción de Jerusalén, que sucedió por imperios de Adriano, fueron vendidos como viles esclavos muchos millares de Judíos y los que no hallaron comprador, ni aún rogado, fueron trasladados a Egipto, pereciendo en el camino, o de naufragios, o de hambre, o de la rabia de los Gentiles, que por desambarazarse de ellos, los mataron.

4 Por esto dije: Dejadme, lloraré amargamente; no os afanéis por consolarme de la destrucción de la hija de mi pueblo. 6 También Elam tomó aljaba en carro de hombres, y de caballeros; y Kir descubrió escudo. 8 Y desnudó la cobertura de Judá; y miraste en aquel día hacia la casa de armas del bosque.

El temor de la destrucción por la muerte ya no le turbaba. La muerte, desde que había entrado en la vida de la eternidad, era para él incomprensible. No necesitaba bajar a la tumba para obtener esta vida eterna. Bastábale unirse de corazón a Dios para poseerla y para gozarla.

Mucho valor, grandes heroísmos, algunas veces inútiles, ante la fuerza ciega y mecánica de los inventos industriales aplicados á la destrucción. Si esta desigualdad iba disminuyendo, era debido en gran parte á la República del otro lado del mar.

Hace mucho tiempo que detesta al conde miserable que se atreve aún a conservar un poco de altivez, y mañana, quizá, le echará de su nido familiar y ordenará luego la destrucción del nido. Es pobre, va mal vestido. Los perros de la aldea le morderán las piernas; las mujeres y los niños harán mofa de él. ¿Adónde irá entonces el desgraciado conde?

Aparecieron impresas por primera vez en el tomo VIII de El Parnaso español. Tales son dos tragedias, tituladas Dido y La destrucción de Constantinopla, de Gabriel Lasso de la Vega, impresas en su Romancero: Alcalá, 1587. Las tragedias de Gabriel Lasso de la Vega, que yo he leído después, son, sin duda, muy parecidas á las de Virués.

En 1820, esta mision fué, como ya se dijo, el teatro de una pequeña revolucion, ocasionada por la muerte que con su propia mano dió el gobernador al cacique Marasa, y cuyas consecuencias fueron el incendio del colegio y la total destruccion de los preciosos archivos de la provincia.

Pero, concebidos en el mal, esos amores llevaban en el germen de la destrucción; ninguno de ellos había dejado de hacerle sentir su podredumbre, todos le habían enfermado el alma; pero aquello no era más que su castigo merecido.