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Un día, al salir de su escritorio para ir a comer en la casa donde estaba de huésped, encontró al aperador de Matanzuela. Rafael parecía esperarle apoyado en una esquina de la plazoleta, cuyo frente ocupaban las bodegas de Dupont. Fermín no le había visto en mucho tiempo. Lo encontraba algo desfigurado; con las facciones enjutas y los ojos hundidos en un cerco oscuro.

Las máquinas, hornos, alquerías, establos, talleres para los artesanos, y demas objetos de la industria y de la agricultura, ocupaban un primer recinto fuera de la clausura monacal, sin simetría, y segun la disposicion particular de la localidad.

Los caciques eran regularmente los más miserables; raro es de los de aquel tiempo el que sabe leer; y no los ocupaban en empleo alguno, o, si lo hacían, era con alguno muy raro.

Mientras los parroquianos no se escapasen sin pagar, el Gallego estaba dispuesto á reconocerles una historia maravillosa, viendo en todos ellos á un hijo ó sobrino de emperador descontento de su origen y ganoso de cambiar de postura. Otros tertulianos, los de aspecto más acomodado, se ocupaban del porvenir de este pueblo naciente. La suerte de él iba unida á la de González.

La iglesia ante todo: los conventos ocupaban cerca de la mitad del terreno; Santo Domingo solo, tomaba una quinta parte del área total de la Encimada: seguía en tamaño las Recoletas, donde se habían reunido en tiempo de la Revolución de Septiembre dos comunidades de monjas, que juntas eran diez y ocupaban con su convento y huerto la sexta parte del barrio.

Algunos canónigos y beneficiados ocupaban sus respectivos confesonarios esparcidos por las capillas laterales y en los intercolumnios del ábside, en el trasaltar. ¡Cuánto tiempo hacía que ella no entraba allí!

¡No diga usted eso! prorrumpió Vérod, fijando una mirada entre humilde y ardiente en el rostro del magistrado. ¡No diga usted eso!... Yo no , no puedo decir a usted lo que sentí... , tal vez, esa idea, y otras menos definibles, ocupaban mi mente: pero yo la amaba, veía que ella pensaba en , que sufría por , y huir, dejarla sola, no decirla el ímpetu de mi gratitud, de mi ternura, de mi compasión; no decirla que temblaba por ella, que quería morir por ella, no mezclar mis lágrimas con las suyas, ¡eso era imposible!

Los tiempos de la juventud fueron malos para el señor Esteban. Eran los de la guerra de la Independencia. Los franceses ocupaban Toledo y entraban en la catedral como paganos, arrastrando el sable en plena misa mayor, para curiosear hasta por los últimos rincones.

Los negros sacerdotes, comprendiendo por instinto que la libertad podría renacer del amor á la naturaleza, habían entregado la tierra á los genios infernales; habían puesto los demonios y los fantasmas en el mismo punto que antes ocupaban los dríadas y las fuentes donde en otro tiempo se bañaban las ninfas.

Quiso el mercader seguirla para averiguar dónde moraba y quién era; pero la dama había desaparecido en el laberinto de las estrechas calles. Pintaría luego la novela el furioso enamoramiento de Abu Hafáz y su desesperación durante cinco o seis días, a pesar de mil cuidados y misteriosos asuntos que le preocupaban y ocupaban.