United States or Kyrgyzstan ? Vote for the TOP Country of the Week !


De buena gana Apolonio hubiera dado unos cuantos azotes a la vieja vestal, que así venía a turbarle y ponerle ante mismo en ridículo, obligándole a descomponer la majestad de la figura; corriendo azariento a entornar la puerta, porque los transeuntes no se percatasen del lance; trayendo un vaso de agua a través de las frívolas oficialas, que sonreían al verle en guisa de camarero: salpicando el rostro de la desmayada e intentando desabrocharle el corsé.

Si, señor; es un joven de mérito, según me ha dicho Bozmediano, y muy buen liberal. Antes de ocurrir este lance me lo había propuesto para una plaza de oficial en el Consejo de Estado, y lo he concedido. Bien; me gusta que se premie esa clase de servicios. Mañana podré traer á V.M. un parte detallado de lo ocurrido esta noche.

Y sentí pasos que se alejaban y una puerta que se abría y se cerraba de golpe, y la voz de la mujer que gritaba: ¡Maldito! ¡maldito! ¡maldito seas! Después un golpe, sordo como de un cuerpo que caía en tierra, y luego nada. Socorre á esa infeliz la dije, empujándola dentro, y yo me lancé á la calle, y seguí á un bulto que se alejaba.

No le sorprendió porque alguna vez lo había hecho, aunque muy rara. Pero quedó admirada de que hallándose aún en el comedor se presentase Escudero. Después de los saludos y de algunas palabras indiferentes, el tío de Tristán le manifestó, con emoción mal disimulada, que su sobrino había tenido un lance de honor aquella tarde y que había herido a su adversario.

Mucho distaba aún de llegar la remesa, cuando, en aquellos mismos días del lance entre Arturito y el gaucho, notó la gente que Juan Maury no llevaba ya el bastón. Le preguntaron por su paradero y él contestó que no sabía. El bastón se le había perdido. No había quedado rastro de él. Era como si la tierra se le hubiese tragado.

Creí sentir que una mano de muerta me hundía las uñas en el pecho; ante mis ojos pasaron relámpagos sangrientos; lancé un grito... luego creí oír que una voz me gritaba: «¡Vuela a socorrerla, vuela a socorrerla, sálvala, tu propia vida para conservar la suyaBruscamente me erguí; había vuelto a encontrar mis fuerzas.

Deja a D.ª Laura que se la lleve el demonio exclamó Relimpio, a quien la idea de no acompañar a su sobrina le ponía furioso . ¡Hay por aquí tanto hombre imprudente!... Ya ves que no cesan de echarte requiebros y decirte flores. Esto es indecoroso, y no sería extraño que yo tuviera un lance».

Aquel ser menudo, velloso, de ojillos vivos y hundidos, con su sombrero grasiento y su capa raída había excitado ya la curiosidad de los actores. Le contempló unos instantes en silencio, y después sin dignarse responder le volvió la espalda. Pero no dejó de comunicar al momento el lance con la dama joven.

El amor a la vida, tan poderoso en los viejos de esta edad, sólo medianamente preocupábale, a pesar de ser dichoso en la tierra. Había tenido su último lance de honor a los setenta y dos años, con un bravo coronel de cinco pies y seis pulgadas de estatura, a consecuencia de una cuestión política, según unos, y de celos conyugales, según otros.

Con franqueza, Sagrario; ese lance ¿te duele o te gusta? Ni me gusta ni me duele; le tomo como me le presentan: amasado y cocido. Me dicen «ahora»; pues ahora. ¿De modo que no has contribuido a él... ni con la inclinación? Absolutamente, y bien lo sabes ; ni ¿por qué había de contribuir con eso?, ni, aunque quisiera, ¿cómo podría? Ya ves qué ganga... ¡Gonzalo! ¿Qué?