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Actualizado: 8 de junio de 2025
El cocinero, al contemplarle amorosamente con sus ojos enfermos, creía haber dado un salto atrás de docenas de años y hallarse todavía en Valencia hablando con el otro Ferragut que se escapaba de la Universidad para remar en el puerto. Casi llegó á creer que había vivido dos veces. Escuchaba las quejas del muchacho, interrumpiéndolas con solemnes consejos.
El Chucro me va a matar, Pepa, y si eres buena debes ayudarme... Nos escaparemos los dos en su canoa... Yo sé remar bien... Pepa seguía en su misma actitud...
Su existencia era dichosa, ¿convenía hacerla insoportable por continuas alarmas y sacudidas? ¿No era mejor dejarse llevar blandamente por la corriente del río, en vez de remar con furia para abordar á orillas sembradas de peligros? ¡Ah! Durante aquellos momentos en que dejó hablar á su razón de hombre de mundo, Marenval se vió muy perplejo y pudo echar sobre su destino de perfecta claridad.
¡A los remos, Horn! exclamó el Capitán, descargando su fusil en medio de la banda de cocodrilos. El piloto, el chino y Hans se pusieron a remar desesperadamente dirigiendo la chalupa hacia la orilla izquierda, mientras Cornelio y el Capitán, por medio de frecuentes disparos, mantenían lejos a los saurios, los cuales no parecían ya muy dispuestos a seguir atacando.
Estas escenas daban materia á nuevas disertaciones; y quando no disputaban se aburrian tanto, que la vieja se aventuró á decirles un dia: Quisiera yo saber qué es peor, ¿ser violada cien veces al dia por piratas negros, verse cortar una nalga, pasar baquetas entre los Bulgaros, ser azotado y ahorcado en un auto de fe, ser disecado, remar en galeras, finalmente padecer todas quantas desventuras hemos pasado, ó estar aquí sin hacer nada?
De pronto, fijando una atenta mirada sobre la entrada del puerto, se detuvo, asió un anteojo que había cerca de la bitácora y, aproximándolo al ojo izquierdo, exclamó: Por fin, por fin, ¡qué suerte! ya está aquí, sí, es él... ¡Vaya una manera de remar! ¡Vamos, firme, bravo, muchachos! ¡doblad, y podremos aprovechar la brisa y la marea!
Tú entiendes el río... más de una vez te he visto remar; yo no soy manco... ¿Vamos? Andando dijo el barbero con resolución. Buscaron una antorcha, y ayudados por varios mocetones, trajeron la barca de Rafael hasta una escalerilla de la ribera. El río mugía con sordo hervor en torno del bote, pugnando por arrebatarlo.
Palabra del Dia
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