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Actualizado: 18 de junio de 2025
Representaba muchas noches de sueño alterado por el miedo; de súbitas alarmas en las cuales ocultaba bajo las sábanas la cabeza temblorosa; de amenazas, cuando negándose a dormir porque le acostaban temprano, su madre le decía con voz imperiosa: Si no callas y duermes, llamaré al doctor Moreno. ¡Terrible y sombrío personaje!
Figúrate una conferencia entre un señor que quiere salvar a Francia y su pobre mujer... Cada uno de sus desengaños recaerá en la desgraciada... Cada meeting fracasado será una ocasión de recriminaciones... Cada speech interrumpido constituirá un motivo de discordia... Y los artículos de los periódicos... Y los ataques personales... Y las perfidias de los amigos políticos... Figúrate el despertar por la mañana: «¡Ah! amiga mía, La Linterna se va a meter conmigo» «No, amigo mío.» «Sí sí, siento que voy a recibir alguna cosa desagradable.» «Pero mi pobre Teodoro, te alarmas sin motivo.» «Pues si no es La Linterna, será La Acción.» «Nada de eso, está tranquilo.
Sabía medir el peligro y ver la situación real de las cosas sin exageraciones y sin alarmas. Para los negocios y para la guerra el hombre necesita ser frío. Martín comenzaba a impregnarse del liberalismo francés y a encontrar atrasados y fanáticos a sus paisanos; pero, a pesar de esto, creía que don Carlos, en el instante que iniciase la guerra, conseguiría la victoria.
La presencia de esta mujer era para él un motivo de remordimientos y alarmas. Afortunadamente, los criados, el chauffeur, todos los de la servidumbre masculina, estaban en el ejército. Las dos chinas recibieron una orden con tono amenazante. Mucho cuidado al hablar con las otras criadas francesas; ni la menor alusión á la nacionalidad del marido de doña Elena y al domicilio de su familia.
Vas a tranquilizarnos o a aumentar nuestras alarmas. La señora Aubry se acercó también al joven. No tienes aire de satisfecho, hijo mío. ¿Se complican las cosas?
Por el año de 1772 los habitantes de esta, hoy prácticamente republicana, ciudad de los Reyes, se hallaban poseídos del más profundo pánico. ¿Quien era el guapo que después de las diez de la noche asomaba las narices por esas calles? Una carrera de gatos o ratones en el techo bastaba para producir en una casa soponcios femeniles, alarmas masculinas y barullópolis mayúsculo.
Les pidió perdón por el mal involuntario que les había causado, les habló de su próximo fin, y, enlazándoles con sus brazos, acabó así: «Sed felices ahora que mi miserable vida no puede ser un obstáculo; sed felices ahora que voy a devolver a la tierra este corazón destrozado por la desesperación; sed felices y no tengáis remordimiento por los días que quizás aún la suerte me habría reservado, porque yo no podía esperar nada más agradable que esto que me es permitido legaros: un porvenir sin alarmas que podrá resarciros de las penas que os haya causado.
María Teresa quedó desagradablemente sorprendida de la manera como hablaba su novio, de la ligereza con que acogía sus inquietudes, y respondió: ¿Acaso se sabe el nombre de una enfermedad que comienza? Casi todas principian con los mismos síntomas. El médico mismo, no puede decir nada. Espere, entonces, para manifestar tales alarmas.
El también contribuía involuntariamente á mantener y albergar al enemigo. La caída del ministerio y la constitución de un gobierno de defensa nacional le hicieron ver que algo grave estaba ocurriendo. Las alarmas y lloros de doña Luisa aumentaron su nerviosidad. Ya no volvía la buena señora entusiasmada y heroica de sus visitas á las iglesias.
De este modo terminó una guerra que inspirò vivas alarmas
Palabra del Dia
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