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Actualizado: 28 de septiembre de 2024
¿Ahorcado, yo? exclamó en francés. ¿Muerte de villano, á mí? Pues según noticias, dijo el señor de Morel, vos ahorcabais á cuantos caían vivos en vuestras manos, sin distinción de nobles ó plebeyos. Además he hecho voto de colgaros. Soy señor de Andelys y corre por mis venas sangre real....
Mi opinión era que le mandase a usted la cuerda con que merece ser ahorcado, pero él se empeñó en darle un salvo-conducto hasta la frontera y quinientos mil pesos. Pues entre las dos ofertas prefiero la de usted, señor mío. ¿Es decir que rehusa usted la del Duque? Desde luego. Así se lo dije a Su Alteza. Y el bribón que había recobrado todo su aplomo, me dirigió la más alegre de sus sonrisas.
No tenia la manía de querer entender mas que los pentos en las artes, los quales los remuneraba con dádivas y condecoraciones, sin envidiar en secreto su habilidad. Por la noche divertia mucho al rey, y mas á la reyna. Decia el rey: ¡Qué gran ministro! y la reyna: ¡Qué amable ministro! y ambos añadian: Lástima fuera que le hubieran ahorcado.
Sólo algunas fajas y tiras de pañuelos obscuros pendían de los balcones, balanceándolas el aire como sogas de ahorcado. El escaparate tenía un aspecto de vetustez y abandono; el polvo de tres días sombreaba los vivos colores de las telas; y hasta el emblema de la casa, aquel maniquí vestido de labradora, parecía mirar al través de los cristales la extensa y alegre plaza con ojos de muerto.
Dicen que fué holgazán, errátil e ilusorio, que dejaba secar la tinta en su escritorio. Lo quiso saber todo y al fin nada ha sabido. Y una noche de invierno, cansado de la vida, dejó escapar el alma de la carne podrida y se fué preguntando: ¿Para qué habré venido? Dijeron que se había ahorcado en una hora de locura. Pero este epitafio rimado demuestra lo contrario.
Replicóle Candido: Cosas peores he visto yo; pero un sabio que despues tuvo la desgracia de ser ahorcado, me enseñó que todas esas cosas son dechado de perfecciones, y sombras de una hermosa pintura.
Los castigaba como si quisiera vengarse en ellos de persecuciones sufridas por sus ascendientes... Cuando Bobadilla llegó a la isla, enviado por los reyes en vista de las súplicas y quejas de los colonos, el Almirante había ahorcado en la semana anterior siete españoles, cinco más estaban en la fortaleza de Santo Domingo esperando el instante de morir con la cuerda al cuello, y su hermano el Adelantado tenía otros diez y siete metidos en un pozo, para enviarlos igualmente a la horca.
Donde quiera se ven alternando las construcciones góticas y las moriscas, así como algunas del Renacimiento, resultando de esa promiscuidad los mas curiosos contrastes. Me detendré en los mas notables monumentos nomas, que son las joyas de esa ciudad donde corrió la infancia de Quevedo y yacen los restos del favorito ahorcado Don Alvaro de Luna, del poeta Moreto y del historiador Mariana.
Por él estuviste poco ha, y volverías a estar si de nuevo te desmandaras, muy a punto de morir ahorcado como un zorzal entre mis dedos, convertidos en percha. Pero no pienses más en eso. ¡Qué lástima si hubiera dado yo, sin querer, un día de luto a la ya entonces mal llamada Villalegre! Ahora no debemos pensar sino en el gran placer que hay en renovar amistades después de una brava batalla.
Sí, la España del siglo XVII... En las esquinas, de lado a lado, la cuerda que sujeta, por la noche, el farol de luz mortecina, que una piedra reemplaza durante el día. Al caer la tarde, el sereno lo enciende, y con pausado brazo lo eleva hasta su triste posición de ahorcado. ¡Cuántas veces, cuando las sombras cubrían el suelo, me he echado a vagar por las calles!
Palabra del Dia
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