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No le faltaba más que un salvo-conducto para recorrer sin tropiezo el territorio dominado por los carlistas, y Zumalacárregui se lo dio aquella noche de muy buena voluntad. Pero un médico que acompañaba al General en jefe vio a Navarro y examinándole cuidadosamente, aseguró que, si bien el cambio de clima le sería de grandísima ventaja, no estaba en situación de emprender un viaje.

Mi opinión era que le mandase a usted la cuerda con que merece ser ahorcado, pero él se empeñó en darle un salvo-conducto hasta la frontera y quinientos mil pesos. Pues entre las dos ofertas prefiero la de usted, señor mío. ¿Es decir que rehusa usted la del Duque? Desde luego. Así se lo dije a Su Alteza. Y el bribón que había recobrado todo su aplomo, me dirigió la más alegre de sus sonrisas.

Después de desembarcar, la memoria admirable de Bautista indicó las personas a quienes tenían que visitar en este pueblo. Eran tres o cuatro comerciantes. Los buscaron, firmaron las letras, compraron los viajeros dos caballos, se agenciaron un salvo-conducto; y por la tarde, después de comer, Martín y Bautista se encaminaron por la carretera de Cestona.

Y añadí en voz alta: Veamos, señores, cuáles son esas proposiciones. Un salvo-conducto hasta la frontera y doscientos cincuenta mil pesos. No, no murmuró Antonieta casi imperceptiblemente. Todo es una traición. Generosa oferta dije sin perderles de vista un momento. Los tres se hallaban juntos y pegados a la puerta. Conocía bien a aquellos bandidos y no necesitaba las advertencias de Antonieta.

Entonces cada paso fue un desengaño: vio que la vida es lucha de egoísmos contrarios, donde el oro sirve de absolución para la infamia y salvo-conducto para la nulidad; el mundo una batalla en que se cuentan las preseas, no según lo que se trabaja, sino con arreglo a lo que se posee.

Tupac-Amaru, aunque en sus edictos proscribia todo europeo, perdonaba á cuantos se le presentaban, si conocia podia sacar algun partido de su habilidad ú oficio, y particularmente lograban un seguro salvo-conducto los que tenian algun conocimiento del manejo de las armas y profesion militar.

En fin, el elástico perdon que aquí se estila, es la receta universal, la carta blanca, el salvo-conducto que tienen los franceses para hacer cuanto se les antoja, cuanto se les pone en el magín, sin peligro ni responsabilidad de ningun género, y hasta sin el inconveniente de faltar á las reglas urbanas.

Las ideas políticas de éste, aunque muy democráticas, estaban templadas por aquella eterna y dulce y amable sonrisa de que hemos hecho mención: esta sonrisa era el mejor salvo-conducto para entrar y ser bien acogido en todos los salones de la corte: gracias a ella, D. Bernardo Rivera, que no tenía pizca de demócrata ni abolicionista, se dignaba otorgarle su amistad protectora: «Es un muchacho excelente solía decir, salvo sus ideas...; pero ya las irá modificando con el tiempoCon aquella sonrisa, beneficiada con acierto, se podía hacer una gran carrera.