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Actualizado: 8 de junio de 2025
Además de esto, el año de 82, por disposición real, publicó edictos el Ilustrísimo Señor Obispo de Buenos Aires, llamando a los clérigos que quisieran oponerse a los curatos de los diez y siete pueblos de indios de este obispado, y llama Su Señoría Ilustrísima para cada pueblo a dos individuos para curas, expresando que el sínodo de cada uno son 200 pesos; y añade Su Señoría Ilustrísima que para el pueblo de Yapeyú sólo llaman a uno por estar ya provisto otro clérigo en él.
Siguió José Gabriel Tupac-Amaru las huellas de todos los tiranos, y conociendo cuan facilmente se deja arrastrar el populacho de las apariencias con que se le galantea, porque no penetra los arcanos del usurpador, comenzó publicando edictos de las insufribles extorsiones que padecia la nacion, las abultadas pensiones que injustamente toleraba, los agravios que se repetian en las aduanas, y estancos establecidos: que los indios eran víctima de la codicia de los corregidores, quienes buscaban todos los medios de enriquecer, sin reparar en las injusticias y vejaciones que originaban, cuyas modestas quejas, con que muchas veces les representaron sus excesos, no sirviesen de otra cosa que de incitar la ira y la venganza; y en fin que todo era injusticia, tirania y ambicion: que su intento estaba unicamente reducido á buscar el bien de la Patria, con esterminio de los inicuos y ladrones.
Para sostenerlos, dispuso marchasen las compañias que consideró bastantes, á fin de que no fuesen sacrificados por los contrarios, pero depuso este pensamiento con la noticia que adquirió de que su verdadero designio era volver otra vez sobre Puno, para atacarle de nuevo con todas las fuerzas que habia reunido, lo mismo que habia ya recelado por el contesto de tres edictos librados por Pascual Alarapita y Pedro Ruiz Condori, que pocos dias antes se aprendieron á una india que los conducia.
Ya el valor de los mártires le conturba y le quita el sosiego, ya la poblacion mozárabe le ocupa y le causa insomnios; la poesía, la música, las artes, los cuentos y relaciones de Zaryab y de sus favoritos no le desenojan; conoce el valor de los buenos cristianos, el prestigio que entre ellos alcanzan los prelados como Saulo, los doctores como Eulogio, pero fia demasiado en la intimidacion que ejercen los malos obispos con sus decretos y él con sus edictos, y desconoce la fecundidad de la sangre derramada.
El mundo que veían era tomado como un oscuro modelo y pronóstico del mundo ideal más allá de la tumba. Dios era un poderoso emperador, un trascendental Diocleciano o Constantino, haciendo su gusto con lo suyo. Sus edictos corrían al través del espacio y del tiempo, sus castigos eran eternos, y cualesquiera que fuese, su justicia no podía ser discutida.
De antiguo cuidaron las autoridades de la ciudad del buen orden y gobierno de estos baños del Guadalquivir, dando multitud de providencias, bandos y edictos para evitar abusos, y así en los escritos publicados por el cabildo se hacía constar que: «Aunque no es de esperar que la gente de juicio falte á unas reglas que aspiran á su propia seguridad y á que se observe el mejor orden de honestidad y decencia... como hay personas que por satisfacer sus caprichos, sus vicios ó diversiones no perdonan medio alguno, aunque sea peligroso para conseguirlo, se castigará á éstas por la más ligera contravención.»
Pero con esta ocasión se renovaron los antiguos edictos para los conventos ricos con agravación de las penas para los infractores. El Parlamento de París castigó a las religiosas de la Virginidad por haber medido una vocación «más al peso del metal que al del santuario.»
La madre Catalina fué condenada á estar reclusa seis años en un convento ú hospital, á rezar todos los días de su vida el rosario, á confesar con quien la Inquisición le señalase y á ayunar todos los viernes, ordenándose también «que se cogiera por edictos públicos cualesquiera cosa de su persona ó vestidos que se hallan dado por reliquias ó cualquier retrato suyo y todos sus escritos de molde ó de mano.»
Así continuaron las cosas muchos años, apesar de los edictos de 1754, 1757 y 1758, siendo inútiles cuantos esfuerzos se hicieron por obligar á respetar el alumbrado, que siguió constituído únicamente por los farolillos que adornaban las cruces y retablos, que sostenían sus hermandades y cofradías.
Tambien fué arrestado al propio tiempo el teniente de cura de aquel pueblo, el Licenciado D. José Vasquez de Velazco, á causa de habersele justificado acompañó á Condori en las aclamaciones que se hicieron de Tupac-Amaru, en las plazas públicas de su doctrina, habiendo hecho despues la demostracion de bendecir las tropas de aquel rebelde, implorando el favor del Altísimo por la felicidad de sus armas, y convidándose á seguirle hasta el ataque de Tupiza que premeditaba, contribuyendo con la autoridad de su carácter á promulgar los edictos, y esparcir las cartas sediciosas de que se valian para conmover los ánimos, en que se espresaba de esta manera:
Palabra del Dia
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