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Las relaciones del año siguiente de 1502 hacen distinción de Ribadoquines San Migueles; ribadoquines con muñones; ribadoquines chicos, y aun dicen que Maestre Cristóbal, fundidor, entregó 19 ribadoquines ochavados, 14 ribadoquines redondos y moldes de pelotas para ellos. Los arcabuches ó sacabuches eran, por lo que parece, piezas de campaña, más ligeras y modernas que los ribadoquines.

Tiran pelotas de piedra de dos libras de peso; están montadas en cureñas marinas, cuyos modelos corpóreos, así como los de las lombardas y falconetes hizo el Sr. Monleón siguiendo los datos aludidos.

Pero también es cierto que mientras los noveles armeros limpiaban sus bombardas y les hacían tragar un polvo negro que debe de ser obra del diablo y les atacaban una de sus pelotas de hierro, nosotros los arqueros blancos solíamos atizarles hasta diez flechazos cada uno, dejando ensartados y tendidos á buen número de aquellos bellacos, que Dios confunda.

Todos estos caballeros respetables y dignos de estima viven esclavos de tamaña servidumbre, la servidumbre del noticierismo cortesano. Mucho más de la mitad del caudal fugitivo de sus conocimientos consiste en los recortes de la Correspondencia que los periódicos pobres se van echando, como pelotas, de tijeras en tijeras.

Del Colorado al Rio Sauce, habitacion de las tolderias de los Tehuelches, debe haber otras 30, y hablan mucho los indios de su fertilidad: con que seguramente se puede ir con carretas hasta el Rio del Sauce, y si se quiere adelantar aun hasta la otra banda, con el arte con que pasan los españoles con carretas los grandes rios que hay desde Santa al Paraguay, pasando la carga en pelotas, tiradas de un caballo nadando con su ginete, y tirando los bueyes la carretas unidos y nadando: y lo hacen con facilidad, segun he visto.

Comenzó el partido en medio de una gran expectación; los primeros juegos fueron llevados a la carrera por el Cacho, que tiraba las pelotas como balas unas líneas solamente por encima de la raya, de tal modo que era imposible recogerlas. A cada jugada maestra del navarro, los señoritos y los carlistas aplaudían entusiasmados; Zalacaín sonreía, y Bautista le miraba con cierto mal disimulado pánico.

Los vendedores de la plaza iban entre barreras, arrojando con pasmosa habilidad los artículos que les pedían. Las naranjas volaban como rojas pelotas hasta lo más alto del tendido, yendo de la mano del vendedor a las del público en línea recta, como si un hilo tirase de ellas. Destapábanse botellas de bebidas gaseosas. El oro líquido de los vinos andaluces brillaba en los vasos.

Hoja de lata para medida de ribadoquines. Dados de hierro para pelotas de ribadoquines. Dos carros e dos pares de bueyes en que se llevaron seis ribadoquines.

Queria arremeter el can rabioso, Y en esto dos pelotas le tiraron; La popa nos volvieron sin reposo Las faunas, y espantados nos dejaron, Que con un dulce canto armonioso A priesa de nosotros se apartaron, Y á muchos el sentido enternecieron, Y en un punto de vista se perdieron.

En los parapetos que cerraban por ambos lados la extensa plaza asomaban sus gargantas, sobre el puerto ó sobre el mar libre, otras piezas más modestas, pero igualmente enormes y vetustas. Las balas macizas de estos cañones formaban pirámides, y una vegetación parásita se había introducido entre las pelotas de hierro.