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Ya que estaba en el patio, llamóme el huésped, y díjome: «señor indiano, ¿quiere ir á ver una comedia de unos faranduleros, que han venido poco , porque es muy buenaDíjele que , y yo con mucha priesa salgo á buscar la ropa con que habíamos de hacer la farsa, porque el huésped no la viera, y aunque me mucha diligencia, ya no pude hallarla.

Poco faltó para desmayarse con el gozo el avariento; y el ermitaño, sin darle tiempo para volver de su asombro, se partió á toda priesa con su compañero jóven.

Pero dése vuesa merced priesa, señora Trifaldi, que es tarde y ya me muero por saber el fin desta tan larga historia. - haré -respondió la condesa. Capítulo XXXIX. Donde la Trifaldi prosigue su estupenda y memorable historia

Estando debajo de los caballeros, como estaba toda la gente, se tornó á entrar dentro en el fuerte, quién por la puerta, quién por la muralla, con dos moros que se vinieron entre ellos, sin saber cómo se habían entrado entre los cristianos. Esta priesa se hizo aquella mañana. Murió el Capitán Bravo, que había dos días que lo era. De aquesta compañía mataron tres Capitanes en cinco días.

En la plaza mayor ya levantada Queda una ardiente codiciosa hoguera, Que de nuestras riquezas ministrada Sus llamas sube hasta la quarta esfera: Alli con triste priesa acelerada Y con mortal y timida carrera, Acuden todos, como á santa ofrenda, A sustentar sus llamas con su hacienda.

Despues de esto Malínas no tiene otra cosa que merezca atencion ni curiosidad, por lo cual el viajero se da priesa de ir á observar en Brusélas el movimiento político y las pruebas del gran progreso intelectual y social de los Belgas, ó bien á admirar en Ambéres los esfuerzos del comercio nacional y los monumentos y museos que atestiguan la gloria de esa ciudad que fué la cuna de la escuela brabantina.

La diligencia rodaba á toda priesa, y como yo habia dormido, en vez de sueño sentia un vivísimo placer al aspirar el aire de la mañana, en medio de las colinas que van descendiendo como estribos de la serranía para disiparse al fin en las vastas llanuras de la Vieja Castilla.

Todos los ministros de S. M. estaban á la mira si con el nuevo Rey hobiese nuevo acuerdo en lo de la paz, y ansí acordaron en Consejo que Don Alvaro de Sande viniese á Mesina, como vino; y hallando quel Visorrey daba priesa á las provisiones, con deseo de llevar adelante la empresa, y viendo esta determinación, por no perder tiempo, partió D. Alvaro con las galeras á Génova, para ir de allí á Milán por la gente.

En esto llegaron dos fragatas de Nápoles, en que venía Hernando Zapata de parte del Visorrey, á dar aviso cómo era fuera el armada turquesca, y á dar priesa á D. Sancho de Leyva y D. Álvaro de Sande y al Maestre de campo Aldana, que se fuesen con la gente que allí había de aquel reino.

Tuve paciencia, encogí los hombros, sufrí la tanda y mosqueo, y salí a cumplir mi destierro, con tanta priesa, que no tuve lugar de buscar cabalgaduras.