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Como esto se comenzó á divulgar entre los soldados, todos deseaban ser ya allá, y ansí daban priesa en la partida, y hubo Capitanes que se quisieron ir sin aguardar la Real, por lo que acordó Andrea Gonzaga partir la noche de Navidad, y otro día, en amaneciendo, al salir del puerto, llegó D. Pedro Velázquez, Comisario de la armada, en una galeota y dió nueva que estaban en Malta.

El hombre le dio las gracias lo peor que supo, y fuese, y los circunstantes quedaron admirados de nuevo de los juicios y sentencias de su nuevo gobernador. Todo lo cual, notado de su coronista, fue luego escrito al duque, que con gran deseo lo estaba esperando. Y quédese aquí el buen Sancho, que es mucha la priesa que nos da su amo, alborozado con la música de Altisidora.

Así lo espero yo en la Virgen respondió la vieja. Y añadió: Mirad, niñas, si tenéis acaso algún cuarto para comprar las candelicas de mi devoción, porque con la priesa y gana que tenía de venir a traer las nuevas de la canasta, se me olvidó en casa la escarcela.

Mas, lo que detuvo al villano no fueron las voces de Sancho, sino el ver que don Quijote no bullía pie ni mano; y así, creyendo que le había muerto, con priesa se alzó la túnica a la cinta, y dio a huir por la campaña como un gamo.

Dijo más, que saliendo por la puente de Alcántara, dándole los muchachos priesa con la demanda de la cola, se había apeado del asno, y dando tras todos, alcanzó a uno, a quien dejaba medio muerto a palos; y que queriéndole prender se había resistido, y que por eso iba tan mal parado.

Metióse Babuco entre una muchedumbre de gentío compuesto de quanto mas puerco y mas feo en ámbos sexôs pueda hallarse, la qual entraba á toda priesa en un obscuro y tenebroso recinto.

Era S. Eulogio, dice su condiscípulo Paulo Alvaro, tan pequeño de cuerpo como grande de alma. «, carta, y sal con mucha priesa, volando por selvas y collados: atraviesa con apresurado curso los valles y busca los sagrados edificios del amado de Dios Benedicto. Allí siempre hallan reposo los que llegan fatigados: dáseles con abundancia verduras, pan y peces.

Los caminantes se diéron priesa á coger el oro, los rubíes y las esmeraldas. ¿Donde estamos? decia Candido: menester es que esten bien educados los infantes de este pais, pues así los enseñan á no hacer caso del oro ni las piedras preciosas. No estaba Cacambo ménos atónito que Candido.

Las labradoras estaban asimismo atónitas, viendo aquellos dos hombres tan diferentes hincados de rodillas, que no dejaban pasar adelante a su compañera; pero, rompiendo el silencio la detenida, toda desgraciada y mohína, dijo: -Apártense nora en tal del camino, y déjenmos pasar, que vamos de priesa.

Saliendo al alto, y siendo traspasado Un poco de pantano que allí estaba, El Capitan á priesa ha caminado; Los once de á caballo que llevaba Siguieron con esfuerzo denodado: La trompa con presteza resonaba En ellos, Santiago, Santiago, Y oid un bello lance y gran estrago.