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La comisión llama siempre Nao á La Santa María, fundada en varias razones de las que apuntamos alguna como justificación de ello; véanse aquí: Escribió el almirante Colón en una de sus memorias: «vine á la villa de Palos, que es puerto de mar, adonde armé yo tres navíos muy aptos para semejante fecho...» En el Diario extractado por el P. Las Casas distinguió entre estos navíos dos especies, como indican los siguientes párrafos: «Domingo 14 de Octubre: En amaneciendo mandé aderezar el batel de la «nao» y las barcas de las carabelas y fuí al luengo de la isla...»

Pero después de salir el sol, negros y espesos nubarrones que surgieron del horizonte de tierra, se habían acumulado sobre aquel paraje de la costa, amenazando descargar muy pronto su pesado fardo de agua. La luz se había mermado extraordinariamente. Parecía que estaba amaneciendo entonces.

16 de Octubre...» y también los mandaba dar para que comiesen cuando venían á la «nao» miel y azúcar...» 17 de Octubre «...y Martín Alonso, capitán de la carabela Pinta»... Viernes 19 de Octubre: «En amaneciendo levanté las anclas y envié la carabela Pinta al Leste y Sueste y la carabela Niña al Sursueste y yo con la «nao», fuí al Sueste...»

¡Arriba, perezoso, que ya es hora! gritar entre garrotazos sacudidos sobre los muebles, y taconazos y patadas en el suelo. ¡Pero, señor, si está amaneciendo! contesté balbuciente y restregándome los ojos. Eso es: será mejor levantarse al mediodía como hacéis en la ciudad.... ¡Fuera pereza! añadió con una risotada, tirando de un manotazo la ropa que me cubría, á los pies de la cama.

¡Está amaneciendo! exclamó con acento duro . ¿Qué sucede, Casilda? anoche me acosté demasiado tarde y me despiertas al amanecer. Estoy servida detestablemente. Son las ocho y media, señora dijo temblando la doncella. Te dije que no me llamaras hasta las doce. Es que está ahí don Juan. ¡Don Juan! ¡y de día! ¡y acaso por la puerta principal! ; , señora. ¡Qué imprudencia! Nadie ha podido verle.

Gonzalo durmió aquella noche mejor que la anterior. La satisfacción feroz que le daba la seguridad de encontrarse al día siguiente con el Duque, tranquilizaba sus nervios. A las cinco de la mañana se despertó ágil y fresco sin acordarse de haber soñado. Se vistió y aliñó con el menor ruido posible, y salió de puntillas cuándo aun estaba amaneciendo.

66 Y yendo ellos, aseguraron el sepulcro con guardia, sellando la piedra. 1 Y advancado el sábado, amaneciendo para el primero de los sábados, vino María Magdalena, y la otra María, a ver el sepulcro. 3 Y su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. 4 Y de miedo de él los guardas se asombraron, y fueron vueltos como muertos. 6 No está aquí; porque ha resucitado, como dijo.

Daba golpes en la puerta, y al contestarle yo decía: ¡Vamos perezoso! Ya está amaneciendo.... ¡Arriba! ¡Ya es hora!... Si has de ir con nosotras, ¡levántate! ¿No has oído el repique? Y la buena señora reía y bromeaba como una chiquilla. Aun no cesaba la música de las mil campanas villaverdinas.

Como esto se comenzó á divulgar entre los soldados, todos deseaban ser ya allá, y ansí daban priesa en la partida, y hubo Capitanes que se quisieron ir sin aguardar la Real, por lo que acordó Andrea Gonzaga partir la noche de Navidad, y otro día, en amaneciendo, al salir del puerto, llegó D. Pedro Velázquez, Comisario de la armada, en una galeota y dió nueva que estaban en Malta.

Lo que anotó el 17 de Septiembre refleja las impresiones que de momento sentí al marcar la estrella polar, corroborándolo segunda anotación hecha el 30 del mismo mes de Septiembre en iguales términos: «En anocheciendo, las agujas noruestean una cuarta, y en amaneciendo están con la estrella justo: por lo cual parece que la estrella hace movimiento como las otras estrellas, y las agujas piden siempre la verdad