United States or China ? Vote for the TOP Country of the Week !


Durante las noches de niebla, van tristemente costeando las aceras, amontonadas en sus carritos ambulantes, al mezquino fulgor de un farolillo de papel rojo. Un grito monótono y débil, perdido entre el rodar de los coches y el barullo de los ómnibus, les sirve de escolta. ¡A veinte céntimos naranjas de Valencia!

Ni carece tampoco, en la estación oportuna, de cerezas garrafales de Carcabuey, de peras de Priego, de melones de Montalvan, de melocotones de Alcaudete, de higos de Montilla, de naranjas de Palma del Río, y aun de aquellas únicas ciruelas, que se dan sólo en las laderas del castillo de Cabra; ciruelas, dulces como la miel, que huelen mejor que las rosas.

Ribera fué dueño de la espaciosa huerta que conocemos, en Lima, con el nombre de Huerta perdida. Poseía una fortuna de trescientos mil duros, adquirida haciendo vender por sus mitayos higos, melones, naranjas, pepinos, duraznos y demás frutas desconocidas hasta entonces en el Perú.

¡Flores! repitió . ¡Cómo te lo agradezco! Maltrana se excusaba con timidez. Eran violetas: no tenía dinero para más. Aun así, le había costado mucho el adquirirlas. Costaban muy caras: las flores nacían para los ricos; y aún gracias que les dejaban a ellos el cielo y el sol... Había recordado también su predilección por las naranjas.

Veía con los ojos cerrados un gran huerto de naranjos que existía á más de una hora de distancia, entre Benimaclet y el mar. Allí había ido él muchas veces por sus asuntos, y allá iba ahora, á ver si el demonio era tan bueno que le hacía tropezar con el amo, el cual raro era el día que no inspeccionaba con su mirada de avaro los hermosos árboles uno por uno, como si tuviese contadas las naranjas.

Al través de la mitad de estos cristales se veían también bollos, libras de chocolate y algunas naranjas; y decimos la mitad de los cristales, porque la otra mitad no existía, siendo sustituida por pedazos de papel escrito, perfectamente pegados con obleas encarnadas.

Cayéronme al punto, en gavilla cerrada, siete ú ocho muchachos hambrientos, de los mas cercanos, pidiéndome cada cual una naranja, ó un chavito, como llaman los mendigos la moneda de cobre denominada ochavo. Alejáronse contentos al recibir algunas monedas, y yo creia quedar en libertad para comer tranquilamente mis naranjas.

Las bandas de mendigos pululan y circulan allí por todas partes, asediando al extranjero sin tregua. Rendido de luchar con las masas movientes en la procesion, fuí á sentarme en un banco de piedra, á la sombra de algunos árboles en la plaza principal, llamada del Horno de Bizcochos. Tenia sed y compré unas naranjas.

Rafael, con el recogimiento de un devoto, se sentaba en un rincón, y contemplando los soberbios hombros sobre los cuales ondeaban como plumas de oro los rizados bucles de la nuca, oía aquella voz hermosa que sonaba dulce y velada, mezclándose a los desmayados acordes del piano, mientras que por las abiertas ventanas entraba la respiración del huerto rumoroso bajo la dorada luz del otoño, el perfume sazonado de las naranjas maduras que asomaban sus caras de fuego entre los festones de hojas.

Veíanse allí, en lechugas, pimientos, escarolas, cardos, acelgas y coliflores, todos los verdes de la paleta de nuestra madre Natura, mientras que las peras, los melocotones, los nísperos, los tomates, las manzanas, las uvas, los higos, las naranjas, las granadas, los limones y otros frutos, ostentaban variados colores y despedían ricos aromas.