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Y el cura insistía en lo de los entierros, como si de todos los actos de hostilidad ó indiferencia para la religión, fuese este el más escandaloso y que más profundamente hería su pudor de sacerdote. A pesar de la agitación obrera, los amigos de Aresti sentíanse atraídos por otro asunto, del que hablaban con gran interés en sus francachelas nocturnas.

Para acrecentar más el susto, no bien declinaba la tarde salían de sus ocultas madrigueras feos murciélagos, que tenían en el hocico como un hierro de lanza y que se suponía que eran vampiros y vagaban en torno de la nave y hasta se posaban en los mástiles y en las velas. En medio de las tinieblas nocturnas solía oírse el lúgubre silbido de las lechuzas y de los búhos.

Los celos y el ansia de la posesión exclusiva se daban la mano con el amor, y con deplorable frecuencia terminaban estas nocturnas escenas con la muerte ó heridas de un rival. La influencia de las ideas sobre el honor, que envolvía en sus complicados pliegues á toda la nación española, contribuyó en gran manera á que se multiplicasen estas luchas y disputas.

Rara vez se volvían en la misma tarde. Consideraban necesario quedarse para celebrar el triunfo, y las primeras horas nocturnas del domingo eran las de mayor ganancia para el boliche. También resultaban las más temibles para don Roque, y su recuerdo lo hacía vacilar en la concesión de nuevos permisos, aún á riesgo de perder lo que le daba en cambio el Gallego.

Los fisiólogos saben mejor que nadie, según dicen, que el sueño y el ayuno, prolongados, sobre todo, predisponen la imaginación débil y acalorada del hombre a las visiones nocturnas y aéreas que vienen a tomar en nuestra irritable fantasía formas corpóreas cuando están nuestros párpados aletargados por Morfeo.

Apunto este pormenor para dar a entender que quienes se alojaban en las colonias gozaban consiguientemente de mayor libertad, especialmente de noche, que los de la metrópoli. En las horas nocturnas, tales calles y callejuelas eran por aquellos tiempos lonja de contratación pública de mercenarios deleites y lugar asiduo de feas prostitutas y chulos marchosos.

Una de las pocas, casi la única admiración que ya le quedaba a Tristán en literatura era la de Rojas, su maestro y protector. No asistía con puntualidad a sus tertulias nocturnas de los viernes, pero iba de vez en cuando. Y cuando tropezaba en la calle al célebre poeta, nunca dejaba de departir con él algunos instantes y solía acompañarle hasta el paraje adonde se dirigía.

Mozos de vida airada, acostumbrados a peleas nocturnas con las rondas de alguaciles y a largas estancias en la cárcel por deudas, convertíanse al otro lado del Océano en magníficos señores que destronaban emperadores, colocaban otros en su lugar, o concluían por sentarse en el trono.

Si te conduce la piedad en pós de alguno de esos olvidados y pobres mártires, al abrigo de las nocturnas sombras, á la temerosa orilla donde los sayones de los Cadíes acaban de suspender como bárbaro trofeo los cadáveres de sus víctimas, tal vez herirán tus oidos los melodiosos acentos de mágicos laudes, que de uno de los macizos muros del alcázar se elevan á deshora como ténue vapor mezclándose al murmullo del agua en las azudas.

Por supuesto que mi tío dejaba hacer y jamás demostró celos por aquellos actos de su mujer; tenerlos habría sido tan temerario como si los griegos los hubiesen tenido de Júpiter, cuando el rey del Olimpo hacía sus parrandas nocturnas por sus hogares.