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Pronto desaparecieron las nieves; se oyó el canto de la alondra; calentó más el sol y vertió luz más clara; discurrió por el bosque que circundaba el castillo un aura vital y fecunda; se tapizó el suelo de nueva y menuda yerba, y en los sotos y umbrías de las hondonadas, en la margen de los arroyos, comenzaron a brotar florecillas tempranas, despuntando con timidez en los álamos, mimbrones y chopos, más resguardados de los vientos del Norte, las primeras tiernas hojas.

El valle en que serpenteaba el río que iba ensanchándose, por ambos lados estaba cerrado por una cadena de colinas, las unas cubiertas de matorrales y secas aliagas, las otras de verdeantes sotos. De tiempo en tiempo, una quebrada transversal abría entre dos cuestas una perspectiva sinuosa, en cuyo fondo se dibujaba la cima azul de una lejana montaña.

El señor es joven y está un real mozo...; pero a cada puerco le llega su San Martín... Gracias. Perdone el señor. Vamos, señorito, he querido decir que se habrá usted estragao con tanto variar de guisaos, y estará usted reventao de andar a salto de mata, cazando en sotos ajenos, y tendrá gana de fincarse. No te entiendo.

Así es que un hombre que atravesara las alturas limítrofes, podía encontrarse fuera del alcance de los dioses de su país, cuya presencia estaba confinada en las corrientes de agua, en las colinas y en el seno de los sotos, en cuyo seno había vivido desde su nacimiento.

Y mientras otros fecundan la tierra, y cruzan á vuestros ojos con sus naves cargadas el almo rio, cantad vosotros como la cigarra; contad sílabas, mientras los recien venidos cuentan patacones; pintad las bellezas del rio que otros navegan; describid las florestas y campiñas, los sotos y bosquecillos de vuestra patria; mientras el teodolito y el grafómetro, prosáicos en demasía, describen á su modo y para otros fines, los accidentes del terreno. ¡Qué de riquezas de inteligencia, y cuánta fecundidad de imaginacion perdidas! ¡Cuántos progresos para la industria, y qué saltos daria la ciencia si esta fuerza de voluntad, si aquel trabajo de horas de contraccion intensa en que el espíritu del poeta está exaltado hasta hacerle chispear los ojos, clavado en su asiento, encendido su cerebro y agitándose todas sus fibras, se empleara en encontrar una aplicacion de las fuerzas físicas para producir un resultado útil

Mira, mocito, fué la contestación del veterano; en este endemoniado país yo ya no me admiro de nada. Á bien que hay en él más tunantes que conejos en los sotos de Hanson, gentes desalmadas todas, que se pasean de noche porque si lo hicieran de día no tardaría en echarles mano el verdugo. ¡Mala centella los parta y á dormir se ha dicho!

Los dos enamorados gozaban de la más completa libertad y se iban solos de paseo por aquellos vericuetos y andurriales; ya por la orilla del resonante mar; ya por los encinares y olivares que vestían aquellos alcores; ya por los verjeles, sotos y alamedas del valle, regado por un riachuelo cristalino.

Y truena y retumba la voz de combate, despierta Granada; sus puertas se abren, y el rey con sus nobles y sus estandartes, y moros sin cuento, jinetes é infantes, allá por Elvira rebosan y parten, y cruzan la Vega, y allá adonde arde incendio terrible de mieses y hogares, rugiendo adelantan por sotos y valles.

Me apuesto con el más pintado a sentir honda y poéticamente la gala de las fértiles praderas, la lozanía de los verjeles, el apartamiento silencioso de los sotos umbríos, el aire embalsamado por el aroma de las violetas, la sierra pedregosa cubierta de tomillo y romero, el blando murmullo de los arroyos, los amorosos gorjeos del ruiseñor, el lánguido arrullo de la tórtola y los trinos alegres con que las aves saludan a la blanca aurora cuando abre con dedos de rosa las puertas del Oriente.

El niño oteaba los corrales y los patios, el interior de los conventos, el caparacho de las iglesias. A corta distancia, en el sitio más eminente, la catedral levantaba su torreón de fortaleza, almenado y pardusco. Desde la otra ventana se disfrutaba de una vista grandiosa: el Valle-Amblés, toda la nava, toda la dehesa, el río, las montañas. Fuera de los sotos ribereños, la vegetación era escasa.