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Al este de aquella se elevaba el terreno, cubierto de verdes viñedos en verano, por entre los cuales serpenteaba el camino que conducía al interior, muy frecuentado de ordinario pero solitario aquel día en que todos, así viajeros como habitantes de la ciudad, formaban parte de la multitud espectadora.

Los dos hombres se creían náufragos abandonados en un mar sin límites, en una noche eterna, sin otra compañía que la llama rojiza que serpenteaba en la proa y aquellas vegetaciones sumergidas que aparecían y desaparecían como los objetos vistos desde un tren a gran velocidad. Boga, Cupido dijo Rafael. La corriente es muy fuerte; aún estamos en el río.

De repente, se adelgazaba, partiendo como un relámpago hacia las alturas, hasta convertirse en un alarido agudo, en un grito que serpenteaba, formando complicados arabescos de salvaje bizarría. Las vulgares coplas, oídas por Rafael tantas veces en sus juergas con las gitanas, parecían nuevas en los labios de María de la Luz.

Sus ojos entreabiertos tenían una aureola de momentáneas arrugas; la nariz había tomado el lívido afilamiento de los moribundos. El casco de sus cabellos, roto bajo el puñetazo, se esparcía en mallas doradas y ondulantes. Algo negro serpenteaba formando hilillos sobre la seda del almohadón.

La consideración de que las raíces de las plantas tocaban tal vez con sus cabelleras el mismo rostro que él había besado amorosamente, de que la lluvia serpenteaba en húmedas filtraciones á lo largo de su cuerpo, fué lo primero que le sublevó, como si fuese un ultraje.

Los días de recorrer la estación, acudían allí gran número de frailes franciscanos, que eran como los encargados de regular la procesión, y el cordón de gente serpenteaba á lo largo del camino, produciéndose más de una vez bullicio y alborotos, que turbaban la grave seriedad del piadoso ejercicio.

Se juntaron al borde del mar, en un ancho camino que serpenteaba entre las rocas sueltas orladas de espuma y las paredes casi verticales del acantilado. Las mesetas y oquedades de la piedra habían sido aprovechadas, en este promontorio de escasas superficies horizontales, para construir algunos edificios que albergaban á las familias de los empleados de Mónaco.

Todo llega para el amor. Muchas veces en su época de resistencia, al contemplar por la noche desde su balcón aquel río que serpenteaba a través de la campiña dormida, había pensado con delicia en un paseo por el inmenso jardín del brazo de Rafael, en deslizarse por el Júcar, llegando hasta la isla.

Del río, que regolfando en las riberas serpenteaba entre prados y huertas, se desprendía un vapor gris, deshecho al menor soplo del aire, y la corriente mansa y negruzca pasaba silenciosamente por las presas de los molinos abandonados, como mofándose de las ruedas paradas.

A las siete de la mañana, hora en que empezó a aclarar, salieron los tres, atravesaron el túnel de Lizárraga y comenzaron a descender hacia la llanada de Estella. El extranjero montaba en un borriquillo, que marchaba casi más deprisa que los matalones en que iban Martín y Bautista. El camino serpenteaba subiendo el desnivel de la sierra de Andía.