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Don Carlos era violento en el mandar y no admitía objeciones de las mujeres, sobre todo cuando ya habían pasado de cierta edad. El patrón aún está muy verde decía Sebastiana á sus amigas ; y como una ya va para vieja, resulta que otras más tiernas son las que reciben las sonrisas y las palabras lindas, y para sólo quedan los gritos y el amenazarme con el rebenque.

Nunca con alabanzas fementidas Incensaré las luces de tu faz, Solo palabras tiernas y sentidas En vez de incienso mentidor tendrás. No en la trípode de oro del poeta Belleza celestial te cantaré, Pero tendrás mi admiracion secreta, Y poseerás del corazon la . No te diré si es bella tu cabeza, Ni si tienes de Fidias el perfil, Ni si tu frente, cielo de pureza, Está cubierto con estrellas mil.

Muchas veces el impulso era demasiado rudo; chocaban las cabezas de los niños con sordo ruido, aplastábanse las tiernas narices contra los pliegues del metálico hábito, pero el fervor de la muchedumbre parecía contagiar a los pequeños; eran los futuros adoradores del fraile moro, y rascándose los chichones con las tiernas manecitas, se tragaban las lágrimas y volvían a adherirse a las faldas de sus madres.

Era una cálida mañana de verano. La sombra de los árboles de ramas extendidas como una inmensa cortina tamizaba los rayos del sol, la atmósfera tibia y húmeda tenía una dulzura penetrante, hundíanse los pies blandamente en el espeso musgo que algodonaba el suelo, y solamente los pajarillos ponían sus notas melancólicas y tiernas en el silencio de los bosques.

Mientras los dos amantes, cuya pasión se ha aumentado desde su primera entrevista, se abandonan de nuevo á tiernas caricias, acude una muchedumbre de furiosos, que amenaza derribar la casa. Calixto, que les sale al encuentro, perece en seguida á sus manos.

Oye: recuerdo que la palomita te llamaba con exclamaciones muy tiernas, cuando medio muerta la conducíamos en la litera mi pasante y yo. ¡Ja, ja, ja! ¿Sabes de qué me río?

Y la echaron, así como suena, a los quince días de haber nacido en ella, vírgenes sus tiernas carnecillas de esas vivificantes impresiones de que no carecen los hijos del más haraposo menestral: las dulces caricias, los besos amorosos y el blando y providente manoseo de una madre.

No puedes formarte idea de las palabras tiernas que le dije para que se calmara; pero nada podía consolarla de que no os hubierais salvado también y el buen sacerdote.

Púsose a mascullar nerviosamente el cigarro y a azotar con el látigo las florecillas, cuyas tiernas hojas se desparramaban por el suelo desgarradas y marchitas. Juana, mientras tanto, lloraba bajito y profería hondos sollozos que agitaban sus hombros.

Todo con objeto de no nublar el sol de nuestra mutua felicidad... para no marchitar nuestras tiernas promesas en flor, ni oscurecer el cielo conyugal con una explicación desagradable, pero debo hacerlo... ¡vive Dios!... Señora... debo hacerlo hoy. ¡La niña no está ya aquí! ¡Cómo! exclamó la señora de Ponce con sorpresa.