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Dejaba hacer a Celemín, como Dios deja hacer a los déspotas y tiranos, sabiendo que la voluntad y autoridad de ellos son inútiles, y que la providencia, el designio providente del autor, reside dentro de cada uno de los personajes que juegan el drama, a modo de ley fatal o ineluctable norma de acción.

Con la suprema vibración de todos sus nervios, Carmen se desprendió por segunda vez de las garras feroces, y en aquel minuto de libertad providente le puso al mozo las dos manos en el pecho y le dió un empujón con todo el vigor juvenil de su noble sangre sublevada y de sus músculos en tensión.

Viendo a Carmen descolorida y confusa, desmelenada y rendida a su madre, adivinó el resultado de sus tentativas, y ya se iba a insolentar, cuando una voz providente dijo en la puerta: Señora, un telegrama.... Dió dos saltitos doña Rebeca para apoderarse del papel azul, y Narcisa, olvidada de sus propósitos, giró como una veleta hacia la noticia telegráfica.

Toda barbarie se ha de pagar en este mundo, porque la ley moral es la más infalible y providente de todas las leyes: no me digas nada; ya pagué. ¡Dichosa barbarie la que no cuesta más que 27 francos! Llegamos á casa, mi mujer se acostó, yo escribí las aventuras anteriores, despues me fuí á la cama, y así terminó el dia primero. =Dia segundo=. Mi amargor de boca. Jeannin, sucesor de Sellier.

¡Pasion desdichada! ¡Cuántas mujeres se arruinan buscando fealdad en el ridículo, mientras que el cielo las da gratis la belleza de la sencillez! ¡Yo siento esta evidencia en medio de este foco deslumbrador, y bendigo al genio providente que hace del tiempo un vaso indestructible, en donde deposita la emanacion divina de su verdad! Salimos del teatro á las doce y media.

Tal es el Dios que habla con el Sr. Gener y que le declara que no es para nosotros ni salvador ni providente. Nuestra eficaz salvación y nuestra verdadera providencia está en nosotros mismos. A nosotros nos incumbe, según asegura el Sr.

No se lo devolvían como él lo quería, personal, providente, atento a las oraciones de los hombres, pero al fin lo alzaban sobre el Universo material como su principio y su razón. Ya no andábamos perdidos como tristes náufragos en el océano turbulento de las fuerzas físicas; ya teníamos algo a donde levantar los ojos y el corazón. El malo volvía a ser malo, y el bueno, bueno.

Si existiera el Dios providente, y lo hubiera visto, con una mano se habría cubierto el rostro y con la otra habría hecho rodar al abismo aquella negación de Dios». Y fue luego deportado a Isla de Pinos y más tarde enviado a España en calidad de deportado. Para ella embarcó el 15 de enero de 1871.

Gener afirma, haciendo hablar al mismo Padre Eterno, que éste no es providente y que la verdadera providencia es la del hombre, Nietzsche tiene razón, y no la tiene el Sr. Gener al aconsejar al hombre que se divierta y no se afane porque el super-hombre aparezca. ¿Cómo ha de aparecer, si nosotros que somos la providencia no le traemos? El dios del Sr.

Y en cuanto a Gener, aunque a menudo se contradice y hasta llega a mostrarnos al Padre Eterno, que se le aparece y le echa un largo y pomposo discurso, todavía este Padre Eterno es tan raro, que viene a ser como si no fuera. ¿Y negado un Dios personal y providente, cuál será el fundamento de la moral, de la bondad y de la belleza absolutas, y hasta de la verdad misma en lo que debiera tener de permanente e invariable?