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"Tened por cierto que los mis amores no me entraron por vuestros ojos bellidos, sino atendiendo a que por falta de chapín metí mis pies en un celemín, o que por deseo de zuecos metílos en cántaro. No al sino que si Satanás no os empuña, los grajos vos saboreen. Don Egas, dos minutos después de mi redención."

Porque vino Telva, la de la Cuesta, con un celemín, diciendo que no tenían qué comer en casa hoy... Tanto me rogó que se lo eché... Esta noche se puede moler el del tío Ángel. ¿Y a ti quién te mete a hacer favores a Telva sin permiso mío? Como otras veces lo hice y no me dijo nada, yo pensé... ¡Pensaste! ¡pensaste!... Pues para que no pienses otra vez, toma...

por seis celemines de castañas a cinco mrs. el celemín 30 mrs. e por las tortas 20 mrs. que son 50. a cuatro carpinteros que fisieron las barreras a 30 mrs. cada vno e que se gouernasen e más a 4 moros a 15 mrs. cada vno 180. a sancho rruys carpintero que fizo la barrera de los señores 20.

¿Este es el que presta un celemín, y recoge dos fanegas de grano de los perros descreídos? Hermano, . He ahí una usura, respondió el soldado, que ningún mal acarrea ni al cuerpo ni al alma. ¿Y el otro que le acompañaba era Juan Molino, el corchete ganzúa, que lleva cuenta de los moriscos que ni van ni vienen a la iglesia? , hermano.

El refitorio era un aposento como un medio celemín; sustentábanse a una mesa hasta cinco caballeros. Yo miré lo primero por los gatos, y como no los vi, pregunté que cómo no los había a un criado antiguo; el cual, de flaco, estaba ya con la marca del pupilaje. Comenzó a enternecerse, y dijo: "¿Cómo gatos? Pues ¿quién os ha dicho a vos que los gatos son amigos de ayunos y penitencias?

Ahora emplead las súplicas y pedid albricias, comenzando por el más rico y concluyendo por el más dadivoso. El perro, que debía haber un mal espíritu en el cuerpo, así como esto oyó, se puso a los pies de aquel Pero Antúnez, usurero honrado, que, como ya se apuntó, prestaba un celemín, y recogía dos fanegas.

Al cabo de un rato Flora le clavó una mirada entre compasiva y maliciosa y dijo sacando de la faltriquera un puñado de avellanas tostadas y ofreciéndoselas: Toma: come esas avellanas, á ver si se te quita el enfado. Jacinto las rechazó con digno ademán. ¿No las quieres?... Bien, pues harás que coja un empacho, porque llevo ya comido un celemín de ellas.

Sería un sacrilegio nefando. ¿Cómo entregar tanto tesoro a quien sería incapaz de comprenderlo y de saber lo que vale? En mi sentir, sería locura semejante a la de echar ramilletes de flores, en vez de paja y cebada, en el pesebre del mulo, o la de derramar perlas en la pocilga del marrano en vez de un celemín de bellotas.

Por la mañana había ido con Rafael a un castañar en busca de hoja para lecho del ganado; después había estado en el molino limpiando centeno; así que comió tuvo que ir a la Formiga, lugar bastante alto de la misma parroquia, por un celemín de maíz para molerlo. ¡Qué lástima que yo no lo hubiese sabido! ¿Para qué? Para acompañarte.

Se trata de un drama, pero la compañía puede representarlo lo mismo. Celemín se quedó con la obra para leerla y dar respuesta cumplida al día siguiente. Espíritu superficial, como todos los hombres consagrados exclusivamente a dar que reír a los demás, Celemín vió al punto que la obra, representada convenientemente en tono de farsa, sería el mayor éxito de risa.