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Sólo el señor de las Matas de Arbín se levantó de su silla y con reposado y noble ademán avanzó su copa hasta chocar con la del ingeniero y dijo: Hubo un tiempo, señor, en que delante de estos rudos campesinos, alimentados con castañas y bellotas como las bestias, corrían desbandadas las águilas romanas enviadas por Augusto.

Mucho de lo demás, vendrá ello solo a meterse por las puertas de esta casa... Por ejemplo: dentro de pocos días, porque ya estamos en el mes de hacerlo así, verá usted ir llegando la falange de sus colonos y aparceros a pagarle las «rentas» que le deben, unos en maíz, en castañas o en dinero; otros en las tres especies juntas, y algunos con las manos en los bolsillos desocupados, para que usted les provea de lo que más necesitan.

La tendera abrió la compuerta del mostrador, y manifestando servicialmente á la condesa que su casa, ella y su familia estaban á su disposición, la llevó á la trastienda. Siguió Santos á la condesa, y cuando quedaron solos entre sacos de garbanzos, castañas y judías, la condesa dijo al secretario del duque: ¿Os ha dado mi padre alguna orden?

Tampoco era buen guardador de los deberes religiosos; el cura le tenía encerrado muchas veces por hincarse sólo con una rodilla en misa o pellizcar a los compañeros; durante el rosario se entretenía en comer castañas y meter las cortezas en los bolsillos de los otros, o en prolongar la ese del ora pro nobis más de la cuenta, o en cualquier otra irreverencia que solía costarle cara.

Después de la Virgen de la Guardia, la Fábrica era su madre. Nunca le había faltado nada a sus pequeños desde que era cigarrera, y aún le sobraban siempre golosinas que llevarles; fruta en verano, castañas y dulces en invierno. Amparo saqueaba la caja de los barquillos de Chinto con objeto de enviar finezas a la sordo-mudita.

El bolsillo de D. José estaba siempre más limpio que patena, porque era hombre tan derrochador que, si allegaba algún cuarto, cometía la vil acción de comprar castañas y sentarse a comérselas en un banco del Retiro.

No podré olvidar jamás aquella primera descarga en el bosque, aquel tiroteo que horadaba las hojas como el granizo en abril y señalaba las cortezas de los árboles. Un conejo pasó huyendo a todo correr a través del camino, arrancando matitas de hierba con sus uñas extendidas. Una ardilla descendió precipitadamente de un castaño, dejando caer castañas aún verdes.

No hay para qué decir que Celso odiaba de muerte los puches de harina de maíz, el pote de nabos, las castañas, y en general todos los alimentos de la tierra, que consideraba harto groseros para su paladar meridional.

El capitán de la Vertrowen y yo nos echamos por aquellas calles; había por todas partes olor a aceite frito y humo de castañas asadas. En los bancos de las plazas, gente sentada pacíficamente descansaba; algunos obreros, endomingados, pasaban en coche, tocando la guitarra y cantando. Los chiquillos se reían de nosotros.

Hay que armarse a veces de mucho aguante, eso , porque en un rebaño, ¡zancajo! no todas las bestias son de una misma condición; pero las mejores de éste son las más; y con tal de no pedir castañas al camueso... Vamos, que te ha de entretener, si es que te avezas a ello... y Dios lo haga así.