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«¡Albricias! le dijo de buenas a primeras, tomándole las dos manos y apretándoselas mucho . Papá ha tenido una carta del Canónigo... Papá se propone hablar a la marquesa de Aransis. Todo se arreglará... Esto va bien. ¿No lo dije yo?». Isidora quedó tan turbada por esta irrupción brusca de buenas noticias, que no acertó a decir nada. Miraba embebecida a Joaquín.

En 31 de Agosto trajo á Sevilla Alvaro de Goa la noticia «del vencimiento que á Dios ntro. señor plogo de dar al rey don alfon ntro. señor en la batalla que su alteza agora diera contra don enrrique su aduersario et contra los que con el venían. La ciudad le dió en albricias 10000 maravedises.

La condesita me pidió en albricias que le dedicase una de las poesías que de vez en cuando publicaba en La Ilustración Española, a lo cual cedí con gusto. No obstante, aquellas últimas palabras despertaron en mi mente un pensamiento cruel.

En esto estaban cuando entró don Antonio, diciendo con muestras de grandísimo contento: ¡Albricias, señor don Quijote, que don Gregorio y el renegado que fue por él está en la playa! ¿Qué digo en la playa? Ya está en casa del visorrey, y será aquí al momento.

Los mártires del Japón. La mayor corona. Autos sacramentales: El furor del cielo. Al fin se lee: «Fué sacado del segundo traslado que se sacó en Madrid, y éste se sacó en Aranda, á 17 de mayo de 1621Auto de la Santa Inquisición, del año 1629. La adúltera perdonada. Auto de las albricias de Nuestra Señora. Auto del Ave María y del Rosario. La oveja perdida. La privanza del hombre.

¡Albricias, amigos! ¡Viva la lengua castellana! Una salva de aplausos recibió la noticia; todos se abrazaban, todos tenían los ojos brillantes de lágrimas. Pecson era el único que conservaba su sonrisa de escéptico. El que venía á traer tan buena nueva era Makaraig, el joven que encabezaba el movimiento.

ARR. Y es poco lo que pides; yo me ofrezco De darla con que viva, y es partido A trueco de escapar de sus rigores. NARV. Pues alto: en esto queden concertados. Sale PÁEZ. PÁEZ. Dame, señor, albricias. NARV. Buenas sean. PÁEZ. Su palabra ha cumplido Abindarráez. NARV. No menos esperé de su nobleza, Que al fin acude a lo que debe en todo.

Este año hubo toros y justas, para cuyas fiestas se hizo un palenque en las Gradas, por el nacimiento del infante D. Alonso: trajo las cartas del Rey con la nueva Juan de Monsalve Maestresala de su alteza á quien se dieron 1000 maravedises de albricias y 13000 á Diego de Carranza que trajo otra carta de la Reyna.

Carta sin fecha: «No hay acá cosa nueva mas de que el gran Morales vino, y anoche estaban Pastrana, etc., la Señora Josefa Vaca descolorida y menos arrepentida. Hiciéronles bayles, vilos desde la calle por la reja, y habiendo dicho Victor, respondió dentro Pastrana: Esto habiamos de decir nosotros, y llovieron albricias de boca por todo el aposento.

Pues mira, ni siquiera le pido a Beronic las albricias del descubrimiento, porque esas cosas las he leído infinitas veces en libros de escarmentados.