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Es necesario, pues, evitar de todo punto que le pongan a uno en salmuera. Pero diréis, y con razón: el autor está loco: Perdonad: una palabra. Tened en cuenta que he empezado mi novela por el epílogo: es decir, que la he acometido por la cola. Este epílogo, reducido a su verdadera expresión debía constar únicamente de estas palabras: <sc>El autor se ha vuelto loco</sc>.

¡Santa Virgen, tened piedad de nosotros! dijo el bueno de Massareo interesado hasta el último punto ; pero, ¿por qué ha tardado usted tanto en dar esos detalles?

Muy cierto es todo eso, mi buena amiga, respondió el magnate, pero tened en cuenta que es muy joven, llena de vida y salud, traviesa y alegre como una niña y que tiempo hay para todo. Sus travesuras van siendo graves por demás y demandan de vos severa corrección. No querréis decir seguramente que llegue yo á levantarle la mano.

Y vosotros, mes enfants, tened presente el consejo de un arquero veterano y que sabe su oficio: al tender el arco, la mano derecha pegada al cuerpo, para tirar de la cuerda no sólo con la fuerza del brazo, sino con ayuda del costado y muslo derechos.

Y vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la Ciudad. 20 Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. 21 Entonces Pedro acordándose, le dice: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste, se ha secado. 22 Y respondiendo Jesús, les dice: Tened fe en Dios.

Y , espíritu noble, alma grandiosa, corazon magnánimo que has vivido para un solo pensamiento y has sacrificado tu vida sin contar con la gratitud ni la admiracion de nadie, ¡ten paciencia, ten paciencia! Los medios de que me valgo no serán tal vez los tuyos, pero son los más breves... El día se acerca y cuando brille iré yo mismo á anunciároslo á vosotros. ¡Tened paciencia!

Pero es igual; el primer advenedizo, el mozo de cordel de la esquina, el aguador que grita en este momento en la calle. Sacó del bolsillo las gafas, levantó ligeramente la cortina, examinó, a través de aquéllas, la calle de Beaune, y dijo al doctor: He ahí a un muchacho que no tiene mala cara. Tened la bondad de hacerle señas, porque yo no me atrevo a mostrar a los transeúntes mi rostro.

No puede ser ahora; tened un poco de paciencia, que tiempo sobra. Dice bien ese caballero dijo el alférez, que se perecía por este género de lances ; además, que las pragmáticas son rigurosas, y en esto de duelos es necesario irse con pies de plomo.

Tened á milagro el verme, porque á punto he estado de perdido. ¿Qué os ha pasado? Cosas que solo por pasan; preso me han tenido, pero suelto me veo. Don Juan también ha estado preso. Lo esperaba, lo temía; pero vos le habréis soltado.

Tened calma, os lo suplico, Mathys... De esa manera le arranqué el secreto de sus intenciones y obtuve de ella los medios de defenderos contra ella: Pero, ¿qué le pasa por la cabeza? murmuró Mathys, aplastado por aquella revelación . ¿Se ha vuelto loca entonces? No, sabe muy bien lo que quiere.