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La usura es otra de las calamidades que afligen en grado superlativo á la agricultura filipina; tan escandalosa es en aquel país la explotación por este medio hecha del pequeño agricultor, que puede decirse, con toda seguridad, que su monopolio es causa de porfiadas luchas en la provisión de los cargos de funcionarios municipales, puesto que la autoridad del Gobernadorcillo es la que facilita el cobro de las cantidades ó productos que remuneran tan honradísimo comercio.

Pero alto allá: este otro papel es de fresca data, y envuelve otro papel cerrado y sellado con blasones y armerías. Antúnez no se contenta ya con la delgada usura de los aldeanos, y presta también a los grandes señores.

El calor sofocante, el polvo cáustico, el infernal estrépito de los carruajes, el peligro de ser por ellos atropellado, los pillos callejeros y algunos otros mercaderes, el rescoldo de las bebidas, el veneno de los estancos, la brutalidad de los cocheros, el vandalismo de los revendedores, la inhospitalidad de todo el mundo, el materialismo, la usura de la civilización: éstas son para las únicas verdades de la corte

El Sr. de Figueredo, sin embargo, era entonces un personaje muy distinto del que más tarde fue. Sin dejar de enriquecerse, acometiendo, movido por la codicia, las más atrevidas empresas, debía principalmente sus grandes bienes de fortuna a una economía tan severa que rayaba en lo sórdido, y al ejercicio de la usura prestando dinero sobre buenas hipotecas y a interés muy alto.

Esta era la principal habilidad de don Jaime. La usura sabía presentarla como un favor; hablaba siempre en nombre de los otros, de los ocultos dueños del dinero y los caballos, hombres sin entrañas que le apretaban a él haciéndole responsable de las faltas de los deudores.

Nadie lo ponía en duda, D.ª Rafaela poseía en la calle de Hortaleza un comercio de antigüedades que en otro tiempo había sido prendería y aún lo era cuando le venía bien. Unas veces predominaban los objetos antiguos, otras los viejos. Como complemento indispensable de tal negocio, D.ª Rafaela prestaba con usura. Hallaríase entre los cincuenta y sesenta años.

Espero que cuantos se dignen honrarme leyendo mis pobres reflexiones, me dispensen toda su induljencia por los defectos que notaren, atendiendo únicamente á ver en mis líneas el deseo laudable de mejoras en Filipinas en los ramos de que va hecha mencion; y si de estas mal coordinadas frases resultare algun beneficio ó utilidad en favor de aquellos paises, con solo esto quedarian premiados con usura los deseos del que habla, por la satisfaccion de haber contribuido al logro de tan interesantes objetos en alguna parte, por pequeña que esta fuese; único premio que anhela por el celo que abriga en su corazon en tan alto grado como el que mas, por el bien y felicidad de todos los habitantes de aquellas Islas, á quienes profesa el mas puro afecto, conserva y conservará siempre las mejores simpatías y mas gratos recuerdos.

Todo es peregrino por la lengua en que se expresa, y porque nos parece que pasa á nuestra vista y que hemos ido retrocediendo veinte ó treinta siglos contra la corriente de los sucesos que vuelven á mostrarse como presentes; pero, en lo esencial, aunque un poquito más negros y más feos, apenas hay casos que no sean idénticos á los de ahora: tributos enormes, gente que se resiste á pagar ó no puede, poco dinero, usura, miseria en el pueblo bajo, y en los empleos públicos filtraciones é irregularidades.

8 El que aumenta sus riquezas con usura y recambio, para que se a los pobres las allega. 13 El que encubre sus pecados, no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia. 17 El hombre que hace violencia con sangre de persona, huirá hasta el sepulcro, y nadie le sustentará. 18 El que camina en integridad, será salvo; mas el de perversos caminos caerá en alguno.

Si el bello panorama del N.-O. que teníamos al frente, en direccion á Lucerna y el valle de Reuss, nos ofrecia constantemente motivos de embeleso, los mil graciosos objetos del camino en sus vueltas y revueltas, y las praderas, los bosques, verjeles y cortijos que lo orillan á uno y otro lado, nos produjeron mil dulces emociones, que eran con usura la recompensa de las fatigas de la marcha.