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En la imprecacion podía estenderse más, podía hablar de religion, de la , de la caridad, del toque de las campanas, de lo que los indios deben á los frailes, enternecerse y diluirse en frases y lirismos castelarinos. Las señoritas de la capital le leerían y dirían: Ben Zayb, ¡bravo como un leon y tierno como un cordero!

Miré otra vez con enternecimiento el alféizar de aquella ventana en que mi adorada se sentaba; pero al instante volví en mi acuerdo, juzgando que no era hora de enternecerse ni pensar en niñerías, sino de aguzar el ingenio y dar gallarda muestra de ser tan buen dialéctico como poeta.

El marquesito levantó la vista hacia su amigo abriendo mucho los ojos, donde se reflejaba la duda de si hablaba en serio o en broma. No advirtiendo en el rostro imperturbable de Alcántara señal de burla, comenzó a enternecerse. Habló de su antigua querida con tal entusiasmo y veneración que haría reir a cualquiera. El proyecto ya no le pareció tan insensato.

Y mirando en torno suyo, con la esperanza de que el prodigio divino no hubiera alcanzado también al señor López Moreno, añadió: Pero ¿dónde está su marido de usted?... ¿No viene?... La tierna esposa hizo otro gesto de espanto y contestó sin enternecerse demasiado: ¡En Matapuerca está..., si es que vive!... ¿En Matapuerca? exclamó Diógenes . ¡No puede ser!... Será en Matapuerco...

Don Braulio suspiró varias veces; frunció las cejas; mostró cierta cólera dando algunos puñetazos, y acabó por enternecerse y derramar dos lágrimas, que lentamente le surcaron el rostro. Entonces, como por vía de desahogo y consuelo, escribió a Paco Ramírez la siguiente carta: «Querido Paco: Anoche cumplí tu encargo con todos los requisitos y precauciones que me encomendabas.

Sentábanse a una mesa hasta cinco caballeros. Yo miré lo primero por los gatos, y como no los vi, pregunté que cómo no los había a un criado antiguo, el cual, de flaco, estaba ya con la marca del pupilaje. Comenzó a enternecerse, y dijo: ¿Cómo gatos? Pues ¿quién os ha dicho a vos que los gatos son amigos de ayunos y penitencias?

Y ahora, señor comandante, a usted corresponde decidir. Hullin se volvió hacia los guerrilleros y les dijo sencillamente: ¿Habéis oído? Por mi parte, rehúso; pero me someteré si todos aceptan las proposiciones del enemigo. ¡Las rechazamos todos! dijo Jerónimo. , , todos repitieron los demás. Catalina Lefèvre, hasta entonces inflexible, pareció enternecerse al dirigir una mirada a Luisa.

Pero no adelantemos los sucesos, pues su viaje desde Flandes al Monasterio ofreció algunas particularidades dignas de mención, que merecen párrafo aparte. Al pasar por Gante no pudo menos de enternecerse, contemplando la casa en que nació, los lugares y objetos que le recordaban los bellos días de la infancia, y que visitaba por última vez para no volver á verlos jamás.

La dulce presión del brazo de la hermosa, aquel suave perfume, siempre el mismo, que exhalaba de su gentil persona, enajenaban al joven entomólogo, ya predispuesto a enternecerse por la prueba de cariño que su amada acababa de darle. Esta, que le conocía perfectamente, al sentir que le oprimía con más fuerza el brazo, le miró a la cara con fijeza, segura de encontrar lágrimas en sus ojos.

Aunque desistió de la primera idea de arrojarse sobre él, comenzó a pasear como una fiera enjaulada, murmurando amenazas, moviendo los brazos y gesticulando vivamente. No tardó en enternecerse, sin embargo. Nunca lo creyera de ti, Pepe concluyó por decir con voz alterada . Nunca pensé que el mayor amigo que tengo me había de insultar, me había de clavar el puñal hasta el pomo....