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Actualizado: 30 de septiembre de 2025


Y llovía sin cesar en la vieja ciudad de granito, y había pesadumbre, lágrimas y duelo hasta en las almas empedernidas. Conque ¿qué sería en las almas tiernas y sensibles? Felicita llevaba ya tres días sin ver a su adorado Novillo; los tres únicos días seguidos de ausencia en muchos años.

Eran mujeres que casi podían ser sus madres: prostitutas callejeras, que tomaban a risa la pasión de sus hombrecitos y les aconsejaban que robasen, pues sólo podían creer en su cariño cuando se presentaban con dinero. El empleado habló a uno de éstos: ¿Y la novia? ¿viene a verte alguna vez? Contestó con un movimiento negativo. ¡Las mujeres! ¡todas iguales! ¡Sólo eran tiernas cuando veían parné!

¡Ya lo creo! exclamó D.ª Serafina, comiéndose con los ojos a su capellán. Y volvió a comenzar entre ellos el tiroteo de miraditas y guiños, prodigándose mil atenciones tiernas que denotaban un estado de felicidad perfecta. La llegada de D.ª Rita no turbó poco ni mucho su éxtasis delicioso.

En el agua hay aún más vidas tiernas anuladas: defendiéndolas, propagándolas, haciéndolas muy numerosas, nos creamos un derecho de vivir sobre lo inconmensurable. La generación es susceptible de dirección como un elemento aumentado indefinidamente. El hombre, sobre todo en aquel mundo, se aparece como el gran mágico, el promotor poderoso del amor y la fecundidad.

Ana ordena á sus damas que se retiren, y cree estar entonces sola con Carlos. Este devuelve á su infiel amada las prendas de su antigua pasión, y ella le asegura que sólo á él ama; que la corona de Enrique tiene valor á sus ojos; la persona del Rey, no. Carlos tira al suelo las tiernas cartas de la Reina, y se aleja lleno de indignación y de desprecio.

Abre esos ojos azules Do la ternura se anida, Oye mis tiernas palabras Y luego duerme, hija mia. ¿Vés de tu madre la húmeda pupila Que fija en , cual mágica sibila Parece que interroga el porvenir? Si, le interroga, y pide que el destino Matizando de flores tu camino Embalsame de dichas tu vivir.

Sabía tocar la guitarra rasgueando y de punteo; cantaba como una calandria, tanto las melancólicas playeras como el regocijado fandango. Su memoria era rico arsenal o archivo de coplas, tiernas o picantes, en que la casta musa popular no siempre merecía el mencionado calificativo con que algunos la designaban. No se entienda por esto que doña Inés gustase de conversaciones libres y escabrosas.

ABIND. Su historia me mueve. Pero dime, Alborán, así los cielos Te dejen ver el fin de tu esperanza, Y lo que quieres bien gozar sin celos; Ansí en el campo la gallarda lanza Y en la plaza tu caña sea famosa, Y el Rey te su Alhambra en confianza; Ansí de amiga cara o dulce esposa, Si dellos tienes esperanzas vanas, Alcances hijos, sucesión dichosa; Y dellos, en moriscas africanas, Los nietos, que colgados de tu cuello, Con tiernas manos jueguen con tus canas Ansí primero veas su cabello Nevado que tu muerte, y lleno acabes De fama y años, que Alá puede hacello, Que me digas, pues yo que lo sabes, Si soy yo Bencerraje, y si deciendo De los que alabas y es razón que alabes, O, como por ventura estoy temiendo, Soy hijo del alcaide de Cartama, Puesto que la verdad del alma ofendo; Que por la fe que el noble estima y ama, De guardarte secreto eternamente.

Miss Haynes fué la que se encargó de envalentonar su timidez con prometedoras sonrisas y palabras tiernas. En realidad, Edwin no supo con certeza si fué él quien se atrevió á declarar su amor, ó fué ella la que con suavidad le impulsó á decir lo que llevaba muchos meses en su pensamiento, sin encontrar palabras para darle forma.

Achaques son del tiempo; hoy todo el mundo sentencia, hasta el bufón del rey; ¡y qué sentencias dice á veces el bueno del tío Manolillo! Los cuernos del venado ó gamo, cuando están cubiertos de pelo, tienen las puntas muy tiernas.

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