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Mientras los dos amantes, cuya pasión se ha aumentado desde su primera entrevista, se abandonan de nuevo á tiernas caricias, acude una muchedumbre de furiosos, que amenaza derribar la casa. Calixto, que les sale al encuentro, perece en seguida á sus manos.

irás a Cádiz también dijo D. Alonso ansioso de despertar el entusiasmo en el pecho de su mujer ; irás a casa de Flora, y desde el mirador podrás ver cómodamente el combate, el humo, los fogonazos, las banderas... Es cosa muy bonita. ¡Gracias, gracias! Me caería muerta de miedo. Aquí nos estaremos quietos, que el que busca el peligro en él perece.

La idea de la inmortalidad, de la eternidad, de lo infinito, parecía revelarse con mas elocuencia y energía en ese cielo sin horizonte, en esa superficie movible, inmensa, incansable, cuyas ondas remedan el flujo y reflujo de la humanidad entre la vida y la muerte, y la existencia de un espíritu universal que todo lo agita y no perece nunca.... ¡Y qué leccion!

Las pasiones que nosotros creemos que sólo en el hombre alientan, alientan también en toda la Naturaleza. Todo vive, ama, goza, sufre, perece. El ácido y la base se estrechan en la sal; el cilandro ama al anís; el hombre ansía las bellas criaturas que palpitan de amor entre sus brazos. Las sociedades animales son tan interesantes como las sociedades humanas.

Anúlanse entonces muchos actos del gobierno del Rey; sus favoritos caen en desgracia; el falso Ninias ofrece la esposa prometida del verdadero á su auxiliar Frixo, que la pretende; la confusión es completa; las leyes del espíritu humano que siempre han regido al mundo, se muestran entonces trastornadas, y sólo Frixo comprende la razón del laberinto en que toda la corte se pierde . Por último, estalla nueva guerra con los pueblos inmediatos, y Semíramis perece en la contienda.

Supóngase que Cristóbal Colón perece víctima del furor de su gente antes de encontrar el Nuevo Mundo, y que Napoleón es fusilado de vuelta de Egipto, como acaso merecía: la intentona de aquél y la insubordinación de éste hubieran pasado por dos calaveradas y ellos no hubieran sido más que dos calaveras. Por el contrario, en el día están sentados como dos grandes hombres, dos genios.

El dolor y la desgracia la habían hecho temerosa. Muchas veces me dijo: «Rodolfo: nuestros amores no serán dichosos. Nací condenada al infortunio; nací condenada a padecer, y cuanto es para felicidad y ventura perece y se malogra.... ¿Me amas? ; pues dejarás de amarme. ¿Te amo?

Vinieron a mi memoria las alegrías de los quince años, las fugitivas amarguras del primer pesar, la tortura congojosa del primer desengaño. ¡Mísera humanidad en la cual todo pasa y perece!

La ley es rigurosa y expresa... y no era necesario que vuestro proceso estuviese en manos del terrible alcalde de casa y corte, Ruy Pérez Sarmiento, que se perece por ahorcar gente; cualquier otro alcalde, por bueno y por compasivo que fuese, os entregaría al verdugo. ¿Y habéis venido á decirme eso, cuando yo, ¡triste de ! creía que veníais á salvarme?

A la tristeza que produce todo lo que deja de existir, se une aquí el horror que inspira todo lo que perece de muerte violenta y a manos del hombre. ¡Este edificio, alzado en honor de Dios por hombres piadosos, condenado a la nada por sus descendientes! ¡Dios mío! decía el hermano Gabriel , en mi vida he visto tantas telarañas. Cada angelito tiene un solideo de ellas.