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La fragata francesa Themis echó un cable y puso la proa al Norte; pero ¿qué fuerza podía tener aquel barco para remolcar otro tan pesado como el Santa Ana, y que sólo podía ayudarse con las velas desgarradas que quedaban en el palo del trinquete?

Fatigados con tanto movimiento y alardes de fuerza, choques y excitaciones vanas, Paco y Joaquín, antes que Edelmira, Obdulia y Visita, dejaron de correr y enredar; y muy serios, con la melancolía del cansancio, se pusieron a contemplar la luna que apareció en el horizonte como una linterna en el campo de batalla de las nubes, que yacían desgarradas por el cielo.

El sol poniente, antes de ocultarse, se asomó a un agujero del cielo tempestuoso, entre nubes desgarradas. Era una esfera sangrienta, una hostia de púrpura que animó con tonos de incendio la inmensidad del mar. Las negras masas de vapor que cerraban el horizonte se ribetearon de escarlata. Sobre el obscuro verde acuático se extendió un inquieto triángulo de llamas.

Y me puse a hacer el elogio de las extremeñas y a quejarme amargamente de lo desgarradas y burlonas que eran las sevillanas, todo por adularla. En esto de hablar a las mujeres con soltura había adelantado mucho desde que llegara a Sevilla. La verdad es que aquella chica merecía cualquier requiebro hiperbólico. Nunca vi un rostro de facciones más delicadas ni de ojos más claros y suaves.

Perdido el tino del sendero, cansada v doliente, la muchacha se agarraba ahora a su pedazo de vida negra, con instinto de juventud y de esperanza, como si no tuviera las manos desgarradas de los zarzales del camino...; ¡y era que en la hermosura pródiga de su tierra hasta las zarzas echaban flores!...

Desde los misteriosos cuartitos de la Fonda de la Castellana, nidos poéticos de las mañanas de Abril y Mayo, hasta los ahumados chamizos de Maravillas y Tribulete; desde la elegante victoria de Muñoz, hasta la histórica calesa; desde los aristocráticos bastidores del teatro de Oriente, hasta las desgarradas bambalinas de Capellanes; todo le era familiar, todo conocido.

Púsose a mascullar nerviosamente el cigarro y a azotar con el látigo las florecillas, cuyas tiernas hojas se desparramaban por el suelo desgarradas y marchitas. Juana, mientras tanto, lloraba bajito y profería hondos sollozos que agitaban sus hombros.

Mas arriba se destacan en lontananza gigantes mas y mas colosales, cuyas cabezas refulgentes se pierden en las vagas ondulaciones de las nubes . En unos trechos los hielos descienden hácia el golfo congelado, en desiguales latitudes, como las puntas desgarradas de un encaje terminando una inmensa colgadura de armiño.

¡Es mentira! gritó la mujer . No tiene mas que diez y ocho... Tampoco diez y ocho... menos aún: sólo tiene diez y siete. Se volvía á otras mujeres que iban detrás de ella, para invocar su testimonio; tristes hembras, igualmente sucias, con el rostro ennegrecido y las ropas desgarradas, oliendo á incendio, á miseria, á cadáver. Todas asentían, agregando sus gritos á los de la madre.

Gemía oyendo a su hermano, como si cada una de sus palabras penetrase en su alma, crispándola con el dolor de las heridas desgarradas; pero no abría su boca: temía decir demasiado y únicamente lloraba, poblando de lamentos el silencio de la tarde. Habla gritaba imperiosamente Fermín. Di algo. quieres a Rafael; le quieres tal vez más que antes. ¿Por qué te separas de él? ¿Por qué le despides?