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Su inteligencia, como vaso forjado según las concepciones de los que dirigieron su educación, fue molde en que se vaciaron ideales ajenos. Cuanto en encierran las tendencias de los pasados siglos, cuanto en lo antiguo sirvió de turquesa para dar forma y ser a la sociedad, echó en su inteligencia hondas raíces.

Es inútil decir que el personal de la servidumbre estaba conmovido bajo las mismas emociones; es decir, experimentando esa inquietud alegre y ese agradable estado febril en que nos ponen generalmente los males ajenos. En cuanto a los dueños de casa, es bastante verosímil que tampoco dormirían.

1148 Su esperanza no la cifren nunca en corazón alguno; en el mayor infortunio pongan su confianza en Dios; de los hombres, sólo en uno; con gran precaución en dos. 1149 Las faltas no tiene límites como tienen los terrenos; se encuentran en los mas güenos, y es justo que les prevenga: aquel que defetos tenga, disimule los ajenos.

Ignoro si mis compañeros de profesión se me parecen a este respecto... En cuanto a , soy un fisonomista detestable y estoy firmemente persuadido de que mis diagnósticos psicológicos resultan siempre falsos... Te juro que nunca puedo penetrar a fondo en el alma de las personas cuyos retratos hago... les presto, verosímilmente, multitud de pensamientos y pasiones; de virtudes y vicios a que ellos son de todo punto ajenos.

La más famosa de las composiciones trágicas de nuestro autor es, desde hace tiempo, El valiente justiciero, que puede clasificarse entre las más celebradas de todo el teatro español. No es posible, con los datos de que disponemos, averiguar hasta qué punto, siguiendo su costumbre, utilizó Moreto trabajos dramáticos ajenos.

4 Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y ofrecieron en él perfumes a dioses ajenos, los cuales no habían ellos conocido, ni sus padres, ni los reyes de Judá; y llenaron este lugar de sangre de inocentes; 6 Por tanto, he aquí vienen días, dijo el SE

Ben-Farding cree hallarse en lo hondo del subterráneo, en donde hoy está, no por haber descendido allí en propios o ajenos pies, sino porque la gravedad de su cuerpo ha taladrado ya la tierra hasta el lugar en que se encuentra.

Ella entonces, por darle a entender que no fue llamado para manifestar sus deseos, sino para cumplir los ajenos, varió el rumbo de la conversación. He dicho a Vd. que su conducta merece elogio, y así es, efectivamente.

Don Restituto y doña Basilisa, o la señora Emperatriz, como la llamaba el Padre Alesón, el políglota, eran lo que se dice dos almas de cántaro, incapaces de causar mal a nadie a sabiendas, ni tampoco de hacer bien a sabiendas, por eso, porque no sabían exactamente lo que era el mal ni el bien ajenos.

Antoñita, por su parte, ya fuese debido a su fuerza de voluntad o a versatilidad de humor, estuvo como nunca, encantadora, haciendo gala de su jovialidad y de su gracia. Quizás un frío observador habría considerado algo febril aquella animación y algo aparente aquella franca alegría. Los dos novios, absorbidos en sus propios sentimientos, no tenían tiempo para analizar los ajenos.