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Cecilia, a quien sólo se le conocía el mal humor en que hablaba menos, sacó de su cómoda un elixir dentrífico, copió una oración a Santa Polonia que le habían dado, y llamando con misterio a Elvira, le dijo toda ruborizada: Elvira, ¿quieres hacerme el favor de llevar este frasco y este papel al señorito Gonzalo? ¿Ahora mismo?

Que he de morir si os perdiese, Blanca, por vos será cierto, O ha de ser vuestra belleza De mi esperanza el remedio. De Don Lope estad segura Que será bronce en quereros; Doña Elvira á Ordoño adora: Ni la quise, ni deseo.

Porque él ha tenido por lo menos la suerte de no servir de muñeco ridículo al lado de una cama, y puede hablar seriamente, sin ver subir y bajar las cejas como si no se entendiera lo que digo...¿comprende ahora? María Elvira me miró unos instantes pensativa, y luego movió negativamente la cabeza, con su papel en los labios. ¿Es cierto o no? insistí, pero ya con el corazón a loco escape.

ELVIRA. Padre, si en desdichas tales Y en tan continuos desvelos, Los que han de dar los consuelos Vienen a aumentar los males, Los míos serán iguales A la desdicha en que estoy, Porque si tu hija soy Y el ser que tengo me has dado, Es fuerza haber heredado La nobleza que te doy.

Y Vd. me dijo la madre sonriendo ¿ha descansado del todo de las fatigas que le hemos dado? Oh, era muy poca cosa!... Y aún concluí riendo también estaría dispuesto a soportarlas de nuevo... María Elvira se sonrió a su vez. Vd. ; pero yo, no, le aseguro! La madre la miró con tristeza: ¡Pobre, mi hija! Cuando pienso en los disparates que se te han ocurrido... En fin se volvió a con agrado.

Sancho vive en el error de haber realizado la venganza que se le encargara, y ejecuta otras hazañas: la casualidad hace que salve la vida á Elvira, hermana de Payo, y que con ella se encamine al castillo de su hermano.

SANCHO. Tu padre dice que ya Tiene la palabra dada A un criado de don Tello: ¡Mira qué estrañas mudanzas! ELVIRA. No en balde mis esperanzas Colgaba amor de un cabello. ¿Que mi padre me ha casado, Sancho, con hombre escudero? Hoy pierdo la vida, hoy muero. Vivid, mi dulce cuidado; Que yo me daré la muerte. SANCHO. Paso, que me burlo, Elvira.

Ella tornó a sacudir la cabeza: No, no es cierto... ¡María Elvira! llamó Angélica de lejos. Todos saben que la voz de los hermanos suele ser de lo más inoportuna. Pero jamás una voz fraternal ha caído en un diluvio de hielo y pez fría tan fuera de propósito como aquella vez. María Elvira tiró el papel y bajó la rodilla.

, pero esto es muy distinto. Ya lo que es distinto... pero debes decírselo. ¡Ay! No me mandes eso, por Dios, Luisa.... de seguro no me vuelve a decir adiós, y se lo cuenta en seguida a sus papás. ¿Y no será peor que se lo cuente otra persona?... ¡Hay niñas más mal intencionadas!... Elvira lo sabe ya... no quién se lo ha dicho...

Y sin perder un momento, púsose a escribir a la marquesa de Villasis, dándole un juicio sobre los planes de Jacobo, que coincidía por completo con el dado ya por Diógenes, suplicándole que evitase a toda costa que Elvira y su marido se viesen, a fin de que este no pudiera engañarla, y encargándole también, con grandes instancias, que ahuyentara para siempre con algún recurso de su femenil ingenio a aquel desdichado que pretendía explotar a su infeliz mujer, con grave riesgo de su inocente hijo.