United States or Australia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Volviose Lucía con la rapidez de un muñeco de resorte, y batiendo palmas, gritó como una loca: Muchas gracias, muchas gracias, señor de Artegui. ¡Ay!, ¿pero se queda usted de veras? Estoy fuera de de contenta. ¡Qué gusto, Dios mío! Pero... dijo de pronto reflexionando , ¿puede usted quedarse? ¿No le cuesta ningún sacrificio? ¿No le molesta? No respondió Artegui con faz sombría.

Le frotaban para secarle y sus brazos torneados, su fina tez y hermosísimo cuerpo producían a cada instante exclamaciones de admiración. «¡Es un niño Jesús... es una divinidad este muñeco!». Después empezaron a vestirle. Una le ponía las medias, otra le entraba una camisa finísima.

Allí andaba discutiendo con los hombres y echando mucha palabra retumbante... Se me figura un muñeco de Scropp con su fraquito sietemesino, y cuando habla, lo mismo que cuando anda, parece que le han dado cuerda con una llave... María es la que se está poniendo hermosísima.

Aunque desarrapado, sucio y mocoso, el chiquitín parecía un angelito. Muchos lores ingleses hubieran dado sus bosques de Escocia y sus rentas de la India por ser padres de un muñeco como aquél. La chiquilla tenía trazas de descarada.

La mujer y el muñeco. El emboscado. Amantes. La fuerza de las cosas. Mi grande. Pascual Gefosse. La tormenta. Días de prueba. El camino mas largo. El becerro de oro y la vaca rabiosa. Escrito en el agua... La aventura de Teresa Beauchamps El ingenuo. La Turca. La virgen y la mundana. El amante jovencito. La pequeña Papacoda. El café cantante. El mulato enamorado. Colin. El miedo al amor.

Severiana casi no les oía, porque la cocina estaba lejos; pero la pequeñuela, a quien despertaron los gritos y la novedad del no acostumbrado lecho, se tiró de la cama, atravesó a gatas un pasillo, entró en el gabinete donde estaba el Niño Jesús, débilmente alumbrado por la lamparilla, contemplole un instante como si fuese un muñeco, y luego, atraída por la claridad a que dejaban paso las rendijas y junturas, empujó suavemente la puerta del comedor, y destacando sobre el fondo oscuro del gabinete, apareció iluminada por el intenso resplandor de las luces que alumbraban la cena.

Clotilde lo aceptaba de buen grado: ella tan desdeñosa con los autores más eminentes, se estiraba y se encogía ahora como blanda cera en las manos de este muñeco insulso. Era de ver la humildad con que aceptaba sus correcciones, y la inquietud que la causaban las censuras: mientras duraba el ensayo tenía los ojos puestos constantemente en él, espiando como esclava sumisa los deseos de su dueño.

Después diría que era un huerfanito abandonado en las calles, recogido por ella... ni una palabra referente a quién pudiera ser la mamá ni menos el papá de tal muñeco.

Pero, ¿qué hacen ustedes con tanta chuchería, tanto muñeco, tanta silla dorada, que ni para sentarse sirve? Porque, ésta, por ejemplo, de raso o lo que sea, no aguanta el peso de una persona. ¡Qué farsantes son los ricos!

Y entonces, a tan gran distancia del bello angelito, creyó faltar a su propósito escribiendo en aquella postdata la palabra beso, y borrándola con grandes tachaduras, puso en su lugar: «A Monina, que le llevaré un muñeco que dice papá y mamá». Después escribió en el sobre: Mme. Villa María. Biarritz.