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Se comunicaban las noticias del oficio. En Villalba pagaban el millar mejor que en Madrid. Algunos habían pedido trabajo y querían emprender el viaje tan pronto como comenzase el buen tiempo... Pero sus perros, que les olisqueaban las manos y se frotaban contra sus piernas, impacientes por emprender la marcha, les hacían fijarse en el presente y prorrumpir en lamentaciones. ¡Qué vida, caballeros!

Le frotaban para secarle y sus brazos torneados, su fina tez y hermosísimo cuerpo producían a cada instante exclamaciones de admiración. «¡Es un niño Jesús... es una divinidad este muñeco!». Después empezaron a vestirle. Una le ponía las medias, otra le entraba una camisa finísima.

; sir Carlos, que, como probablemente usted lo sabe, posee una gran colección de armas antiguas, me ha dicho que en la Florencia medioeval acostumbraban impregnar la gordura animal con algún veneno muy poderoso y luego frotaban con esa mezcla la hoja perforada.

Luego, encarándose con su esposo: Nada de esto sucediera si no fuese vuestra cobardía. Poco falta ya para que nuestros hijos se acuchillen en vuestras barbas. El hidalgo bajaba cada vez más la cabeza, y sus manos frotaban nerviosamente los brazos del sillón. Doña Urraca prosiguió: ¿Qué sangre villana lleváis en esas venas, señor, que no os deja volver por la honra de vuestra casa?

La estenuacion y el desaliento estaban pintados en el semblante, la desesperacion, la ira, algo indefinible, mirada de moribundo que maldice, de hombre que reniega de la vida, de mismo, que blasfema contra Dios... Los más resistentes bajaban la cabeza, frotaban la cara contra las sucias espaldas del que va delante para enjugarse el sudor que les cegaba; muchos cojeaban.

Algunos campesinos se frotaban los ojos con sus amuletos gallegos de azabache o con la cruz de sus rosarios, y rezaban en voz alta.

Mientras hablaban se frotaban suavemente los nudillos de la mano izquierda con la palma de la derecha. Todo era admirarse de verla en traje de seglar y tan cambiada que, según decían, nunca la hubieran conocido.

Mientras unos la mantenían verticalmente, otros se frotaban las manos y escupían en ellas, preparándose para el gran esfuerzo común. Cuando todos estuvieron listos, la mujer levantó un brazo para dar la señal, y los seis elevaron al mismo tiempo el gran hierro de punta aguda.