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Yo no pude dejarla sola, exponiéndola á que se extraviara entre la multitud que inunda estos salones, y no me con tiempo sino para clavar una mirada y distinguir lo que he descrito. ¡Desdichado de ! He venido especialmente á Versalles para tener noticias de este nuevo género de pintura, y no he visto más que tres cuadros.

Para mayor dolor, los sentimientos rudimentarios que se revelan en el ser desdichado, no siempre son buenos.

¿Qué sangre ni qué fuente dices, enemigo de Dios y de sus santos? -dijo el ventero-. ¿No vees, ladrón, que la sangre y la fuente no es otra cosa que estos cueros que aquí están horadados y el vino tinto que nada en este aposento, que nadando vea yo el alma en los infiernos de quien los horadó? -No nada -respondió Sancho-; sólo que vendré a ser tan desdichado que, por no hallar esta cabeza, se me ha de deshacer mi condado como la sal en el agua.

Cursó la segunda enseñanza en un colegio de jesuítas, del que salió, como su desdichado «Sebastián Roch», llevando en el alma, «el odio al cura, odio inagotable y fecundo, capaz de llenar toda una vida».

El propio Lope había dicho en el proemio de su novela El Desdichado por la honra: "Demás que yo he pensado que tienen las novelas los mismos preceptos que las comedias, cuyo fin es haber dado su autor contento y gusto al pueblo, aunque se ahorque el arte."

Eran dos valentisimos tercetos Los espaldares de la izquierda y diestra, Para dar boga larga muy perfetos. Hecha ser la crugia se me muestra De una luenga y tristisima elegia, Que no en cantar, sino en llorar es diestra. Por esta entiendo yo que se diria Lo que suele decirse á un desdichado, Quando lo pasa mal, pasó crugia.

Y vos cuidaréis también de su escarcela, porque mi querido barón es tan generoso que probablemente la vaciaría en manos del primer desdichado que le diera lástima. No sería la primera vez. Muchos detalles del servicio escuderil os son desconocidos, naturalmente, pero como decís vos mismo, no tardaréis en aprenderlos y creo que seréis el mejor escudero de cuantos hasta ahora ha tenido mi hijo.

Escúchame le replicó Beatriz , ese horrible sentimiento que me prestas... lo he experimentado... lo he experimentado mientras jugaban sus vidas... mientras sus dos existencias estaban en peligro... y me ha perseguido... no me ha abandonado en mucho tiempo a pesar mío... Ahora... sin duda Dios no me ha dejado todavía completamente de su mano... porque ha permitido que haya podido vencer esa espantosa tentación... Ahora te juro que daría mi vida por salvar la de ese desdichado...

Tuve que imponerme para que no acabara con el desdichado perceptor, que aun vapuleado de aquel modo, tenía la prudencia de no gritar, porque no se enterase la vecindad del escándalo, y con voz sofocada decía llorando: ¡Que me mata este caribe! ¡Favor, señor D. Gabriel, favor!

-Para eso será menester -replicó Sancho- que el escudero no sea casado y que sepa ayudar a misa, por lo menos; y si esto es así, ¡desdichado de yo, que soy casado y no la primera letra del ABC! ¿Qué será de si a mi amo le da antojo de ser arzobispo, y no emperador, como es uso y costumbre de los caballeros andantes?