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Actualizado: 14 de junio de 2025


Doña Elvira, que os dió celos, A Ordoño adora ó su estado: Ni la quise en vuestra ofensa Ni deseo, pues os amo. Del contexto de estas palabras, Isabel se cree naturalmente la única favorecida. Pero la Reina tiene la clave para descifrarla, que consiste en leer sólo la primera mitad de los versos y juntarlos.

Pero apenas ha entrado en ella y hablado algunas palabras con su protegida, cuando lo sorprende Elvira, á quien su conducta ha infundido recelos y sospechas; la última, al ver á la otra dama, siente y expresa los celos más vivos, y excita en el mismo grado los de Isabel. El acto primero termina con este enredo, que parece más complicado aún por otros incidentes que omitimos.

Deja que pase algún día, Que llegar, ver y vencer No se entiende con amor, Aunque César de amor seas. D. TELL. ¿Es posible que seas Mi hermana? FELIC. ¡Tanto rigor Con una pobre aldeana! Llaman. ELVIRA. Señora, doleos de mi. FELIC. Tello, si hoy no dijo , Podrá decirlo mañana. Ten paciencia, que es crueldad Que los dos no descanséis. Descansad, y volveréis A la batalla.

Aquélla era, en verdad, la Salamanca fantástica que recorrió el D. Félix de Montemar de Espronceda, cuando iba en pos del blanco espectro de Doña Elvira..... Cruzan tristes calles, Plazas solitarias, Arruinados muros..... Etc., etc. Aquellos eran los campanarios que lo seguían, agitando sus esquilones, Como mulas de alquiler Andando con campanillas.....

Doña Elvira no podía quejarse de su hermano, que al fin había demostrado su buena sangre en los últimos instantes; no podía quejarse de sus sobrinas, pájaros inquietos que agitaban sus plumajes con cierta insolencia, pero la acompañaban sin réplica a misas y novenas con una graciosa gravedad, que daba ganas de comérselas a besos.

Luego enseñaba a Jaime grandes estampas con vistas de las ciudades en las que había vivido, y que al niño le parecían poblaciones de ensueño. Algunas veces se quedaba contemplando el retrato de «la abuela del arpa», de su esposa, la interesante doña Elvira, el mismo lienzo que estaba ahora en el recibimiento con las demás señoras de la familia. No parecía conmoverse.

Tal fué al menos la noticia que llegó hasta Cecilia por conducto de Elvira, la doncella, que había visto al criado de don Melchor en la plaza. Al otro día, como no pareciese tampoco, la familia supuso que aun seguía el dolor. Nadie dudaba más que Venturita y Valentina. La bordadora huía de tropezar con la mirada de la niña.

El desarrollo posterior de esta comedia, como se adivina fácilmente, consiste en que Doña Isabel sustituye á su doncella, y se da trazas de enamorar vivamente á Don Diego, mientras que, por otra parte, lo aleja más y más, con sus intrigas, de Doña Elvira, hasta que al fin logra ver realizados por completo sus deseos.

ELVIRA. ; pero ten advertencia Que no digas que yo quiero. SANCHO.

SANCHO. Plega al cielo que me den El y su hermana mil cosas! ELVIRA. Basta darle cuenta desto. SANCHO. La vida y el alma he puesto En esas manos hermosas. Dame siquiera la una. ELVIRA. Tuya ha de ser: vesla aquí. SANCHO. ¿Qué puede hacer contra , Si la tengo, la fortuna? verás mi sentimiento Después de tanto favor; Que me ha enseñado el amor A tener entendimiento.

Palabra del Dia

irrascible

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